Síguenos en:
Columnistas | PUBLICADO EL 23 abril 2022

Reingeniería de Pascua

¿Cómo sabe uno si está vivo o resucitado o, más bien, muerto en vida, semimuerto?

Reingeniería de Pascua
Por Ernesto Ochoa Moreno - ochoaernesto18@gmail.com
Infográfico

A veces pienso que la Semana Santa no pasa de ser un tiempo de intensa devocionalidad, que se apaga el domingo de Pascua y no deja sino la emocioncita de haber querido y haber creído ser fieles a nuestras creencias. Pero pienso también, como creyente, que el misterio de la Muerte y Resurrección de Cristo debería destapar en nosotros un cierto desasosiego, tanto por el miedo a la muerte como por el temor a lo que nos resta de vida. A esa muerte que ha de llegar, indefectiblemente; a esta cuasi vida (semivivos o semimuertos, digamos), que queda faltando y termina diluyéndoese en la mediocridad religiosa, espiritual y humana.

Recuerdo un artículo del sacerdote español José Luis Martín Descalzo (1930-1991), gran escritor y periodista bien conocido en el ámbito eclesial y religioso iberoamericano de la última mitad del siglo pasado. Se titulaba “Semimuertos” y en él decía: “¿Somos los humanos de hoy verdaderos hombres o solo muñones de hombres, seres sin realizar, semimuertos?”. Es la pregunta que, confiesa el autor, se hace en los días de Pascua. Y que yo me hago ahora para alentar esta meditación pascual.

¿Cómo sabe uno si está vivo o resucitado o, más bien, muerto en vida, semimuerto? Para conocer la diferencia, Martín Descalzo insinúa cuatro señales que resumo en sus enunciados.

Primera: “Se está vivo cuando se tiene un ideal, una ilusión, una tarea que, al ser más grandes que nosotros mismos, exijan que existamos estirando el alma par llegar a ellas”.

Segunda: “Se está vivo cuando se vive lleno la mayor parte de la vida, cuando las horas de tensión y producción son mayores que las de descansillo”.

Tercera: “La tercera condición para estar vivo es, creo yo, crecer, estar creciendo, seguir creciendo”.

Y cuarta: “Que nos sobre suficiente vida como para entregarla a los demás. El que solo se realiza a sí mismo se petrifica. No hay más vida que la que se comparte y se reparte. El que no ama no ayuda, no empuja a otros, bien puede encaminarse ya hacia el sepulcro”.

Han sido citas largas, pero el lector estará de acuerdo conmigo en que encierran una propuesta práctica para lo que yo llamaría la “reingeniería de la Resurrección”, que debería ser el programa diario de uno como creyente. Dice el artículo en mención: “Ahora entiendo que muchos hombres no entienden la Resurrección. ¿Cómo podrán entenderla si no aman la vida, si temen que una resurrección pudiera ser la prolongación de su aburrimiento?”.

Ustedes me perdonan que lo diga con tonito de sermón, pero la fe cristiana no es una religión, simplemente, para bien morir, sino, y sobre todo, para bien vivir. No se resucita para seguir semimuerto en vida, sino para la plenitud a que estamos llamados. La cual plenitud no es solo la eternidad como escatología, sino el aquí y el ahora como compromiso apasionado con la vida. Bien vale la pena, pues, para el católico, hacer de la Pascua un reingeniería 

Si quiere más información:

.