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Una bioeconomía sostenible basada en productos y servicios compatibles con la integridad ecológica del bosque, con la salud y con el bienestar y sabiduría de los pueblos que la habitan.
Por Rachel Biderman - opinion@elcolombiano.com.co
La urgencia de una acción decidida para proteger la Amazonía y promover una bioeconomía sostenible debe ser clara y contundente durante la COP16 en Cali, Colombia. La biodiversidad y los servicios ecosistémicos de la Amazonía, que sostiene la vida de más de 47 millones de personas que dependen de la salud de sus bosques y ríos, están en riesgo. Esta cumbre, ofrece un momento vital para que los tomadores de decisión reconsideren y pongan en valor el bioma amazónico.
En este escenario, la implementación de una bioeconomía sólida y sostenible se convierte en una estrategia vital. La bioeconomía se refiere a productos y servicios que mantienen la integridad ecológica del bioma, están inspirados en prácticas ancestrales y respetan la cultura de los habitantes locales.
Es vital desarrollar una bioeconomía que funcione en estrecha colaboración con las comunidades, las que deben ocupar un lugar central en la planificación y ejecución de cualquier estrategia de desarrollo. Al construir una economía basada en la naturaleza, no solo estamos protegiendo la Amazonía para las personas que lo llaman hogar y los países que abarca, también estamos dando un paso crucial hacia la armonización de la acción climática, la conservación de la biodiversidad y el desarrollo humano.
Quienes protegen la Amazonia dependen de la salud de sus ecosistemas para sus economías y supervivencia, y toda la humanidad también depende de lo mismo, ya que la conservación de la Amazonia es fundamental para el equilibrio climático planetario.
La Red Panamazónica para la Bioeconomía, que se lanza en esta COP16 integrada por organizaciones locales, nacionales e internacionales, es un esfuerzo audaz para reimaginar la economía amazónica con una visión profundamente arraigada en la sustentabilidad y en el liderazgo de las comunidades locales en los 9 países de la cuenca. Evitar la destrucción de la Amazonía, finalmente, también es un tema de desarrollo económico. La economía de Sudamérica, profundamente dependiente de la agricultura, no puede sobrevivir sin los “ríos voladores”, el agua que proviene de la Amazonia.
Para salvarla y evitar llegar al punto de no retorno es imprescindible preservar 80% de su superficie para 2030, y hasta la fecha solo hemos llegado al 50%. No hacerlo implicaría profundos cambios en precipitaciones y temperatura de la región, perjudicando los medios de vida de la población, es decir, apenas tenemos 6 años para alcanzar el 30% que nos falta para garantizar una Amazonía saludable. Se necesita un esfuerzo como nunca para captar recursos para hacerlo, públicos y privados. También los que llegan desde el ámbito de la filantropía. Los negocios sostenibles deben ser una gran parte de la solución.
Para ello es imprescindible promover una bioeconomía sostenible basada en productos y servicios compatibles con la integridad ecológica del bosque, con la salud y con el bienestar y sabiduría de los pueblos que la habitan. Para nosotros no hay bioeconomía si las culturas amazónicas se ven amenazadas.
La COP16 tiene en sus manos una oportunidad histórica de apoyar un nuevo modelo de desarrollo que no comprometa el futuro de la Amazonía. No podemos permitir que este momento se convierta en una promesa vacía. Es hora de que los líderes tomen decisiones audaces. El tiempo de actuar es ahora.
Vicep. Senior Américas Conservación Internacional