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Columnistas | PUBLICADO EL 29 julio 2019

¿Qué tan fácil me pueden manipular?

Por manuela zárate@manuelazarate

¿Qué tan fácil me pueden manipular? Es la pregunta principal que se plantea el documental estrenado recientemente en Netflix, que trata de explicar cómo la empresa Cambridge Analytica usó los datos de millones de personas para influenciar el resultado de las elecciones del Brexit y la elección presidencial en Estados Unidos. El uso y manejo de nuestra data y todo lo que se puede hacer con nuestras huellas digitales es algo que cuesta entender, pero es innegable que las redes sociales tienen influencia sobre nuestro comportamiento y que tiene consecuencias sobre la democracia.

Las redes sociales alteran nuestro sentido de la realidad. No son sólo “fake news”, son las medias verdades que se toman como verdades absolutas, el tipo y la cantidad de noticias que vemos y que los algoritmos ponen a nuestro alcance bombardeándonos de aquello que saben que queremos ver. Mucho de lo que leemos está orientado a reforzar lo que creemos y confirmarnos nuestros peores temores.

Hannah Arendt explica la diferencia entre liberación y libertad. La liberación del individuo se produce cuando tiene sus necesidades básicas cubiertas. Esto lo libera del miedo y al verse despojado del miedo puede entrar en la participación política, que es donde se encuentra la libertad.

Las redes sociales son vehículos de comunicación, pero también diseminan el miedo y en ese sentido contribuyen a la polarización de la sociedad. Sin embargo, la propaganda, las noticias falsas, la manipulación de la verdad y la diseminación del miedo al diferente y la polarización no son nuevos. Estos no son fenómenos que llegaron con las redes sociales.

Los totalitarismos del siglo XX usaron las herramientas que había en ese momento para lograr ese mismo objetivo. Antes de que Alemania Nazi tuviera un ejército que realmente pudiera comprometer a Francia e Inglaterra unidas, esparció los rumores de que su rearmamento estaba más consolidado de lo que realmente estaba. Particularmente la Luftwaffe.

El régimen soviético lo primero que utilizó fue el cine. Cuando Lenin llegó al poder por medio de un golpe de Estado, le hizo creer al mundo, pero particularmente a los propios ciudadanos de Rusia, que había llegado por un golpe de las masas y no de las clases intelectuales como realmente sucedió. Uno de los medios que utilizó fue el cine. Las proyecciones salían en trenes que llegaron a los lugares más remotos del país llevando su mensaje de propaganda. Y funcionó tan bien que muchas de esas medias verdades las afirma con convicción mucha gente que hoy en día no se toma el tiempo de confirmar la verdad de esas historias.

No es que la data no importe. Claro que importa y hay que protegerla en defensa de la democracia. Pero a la pregunta de si soy manipulable se le debe una respuesta personal, porque somos manipulables en la medida que no desarrollamos nuestro pensamiento crítico y que no hacemos el esfuerzo de buscar contraargumentos a nuestras creencias. Somos manipulables si queremos serlo, y no lo somos en la medida que exploramos ideas para armar una visión amplia del mundo.

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