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Por estos días la incertidumbre del país está a tope. Reformas aceleradas que algunos incautos quisieran pasar sin debate, conversaciones que parecieran lograrse a regañadientes para transmitir ideas a oídos sordos, contradicciones, falta de criterio técnico, populismo barato, y total desprecio por el desarrollo desde algunos sectores de la opinión pública, es lo que hemos visto en lo que va del 2023.
Agregar las condiciones económicas al análisis no está de menos. Por un lado, proveedores aumentando, hacer todo lo posible para mantener la nómina después de los aumentos del 16%, levantar capital a las tasas de interés actuales, fijar precios con la inflación creciendo sin dejar de ser competitivo, enfrentar una tasa de cambio variante que, en parte, es reflejo de la incertidumbre, y demás retos que encaran hoy los empresarios.
Y entiéndase por empresarios aquellos que montaron una repostería casera, zapatería, tienda de barrio, taller de motos, los que llevan 3, 5 y hasta 15 años creciendo poco a poco, los que tienen una miscelánea, peluquería, gran industria, clínica, colegio o negocio de tecnología. Esos mismos empresarios hoy se ven contra la pared. Lo viven las micro, pequeñas y grandes empresas. No son tiempos fáciles.
Por otro lado, todo está caro, aunque los alimentos vayan cediendo, peligran con escasez por el control de precios. Unos dicen que no hay empleo y otros que no encuentran gente para trabajar, nos clavaron una tributaria que para 2024 sacará sus garras, avanzan los aranceles del 40% a la ropa que condenan a los más pobres a dejar de comprar y a la vez estimulan el contrabando. Esto sin mencionar las reformas.
El panorama pareciera ser suficiente como para obnubilar cualquier asomo de optimismo. Cualquier intento por seguirle apostando a Colombia se vería frustrado ante semejante coyuntura si de mediocres se tratara. Pero no. De noches más oscuras hemos salido y esta no será la excepción. Los colombianos hemos sido resilientes, nuestra historia ha estado cargada de retos que hemos sabido afrontar unidos como sociedad y este contexto debe forzarnos a sacar lo mejor de nosotros mismos.
Ante el bombardeo de reformas, resoluciones y pésimas decisiones, la respuesta debe ser firmeza, claridad de principios y defensa técnica contra las políticas que ampliamente han demostrado su fracaso reflejado en la miseria a la que han sometido países enteros y que hoy nos sirven de espejo.
Es abrumador. Proyectos paralizados y el ímpetu de nuestra gente para emprender sueños menguado. Pero no nos pueden coger cansados. Nosotros sí tenemos un país por el cual luchar y un futuro qué defender.
Es el momento de fijar posiciones, tanto para el sector eléctrico, como para la salud, industria, minería, pensiones, mercado laboral, libre comercio, infraestructura, sistema bancario, organizaciones de la sociedad civil y un modelo de país en el que cada quien pueda creer y crear su proyecto de vida libremente.
Ciudadanía vigilante, participativa y propositiva, a nivel nacional y local. Colombia, Antioquia y Medellín nos necesitan y estos son los momentos de verdad en los que, como ciudadanos, debemos actuar. .
*Directora de Fenalco