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Columnistas | PUBLICADO EL 22 febrero 2021

Por un capitalismo consciente, justo

Por Juan José García Posadajuanjogp@une.net.co

Capitalismo consciente, de John Mackey y Rajendra Sisodia, no es fácil encontrarlo en las librerías locales. Sí se consigue otro complementario, un manual. Los dos autores defienden el capitalismo de la durísima leyenda negra que se le montó. Reconocen sus fallas, desequilibrios, desaciertos y riesgos. Pero enfatizan en el potencial innovador y la capacidad de dotar el controvertido mundo de los negocios de un formidable contenido ético. Las empresas en la sociedad abierta y de mercado pueden y deben crear condiciones de justicia social, de bienestar y progreso no sólo para los dueños y acumuladores de capital, sino para todos los que participan en el proceso económico, incluidos, claro está, los que en calidad de trabajadores generan plusvalía.

Es una obra muy clara, con una lógica muy comprensible y convincente. Mackey dice, por ejemplo, esta sencilla verdad: “Así como la gente no puede vivir sin comer, los negocios no pueden vivir sin utilidades. Pero la mayoría de la gente no vive sólo para comer, ni todos los negocios viven sólo para generar utilidades”.

Los presupuestos de Capitalismo consciente, enunciados por Sisodia y Mckey, son estos cuatro: 1) Propósito superior, que ofrece un Norte claro para la organización y su gente. 2) Integración de stakeholders, de los diversos grupos que intervienen en una empresa, mucho más que para maximizar utilidades. 3) Liderazgo consciente. El líder debe ser un gran servidor, altruista, equitativo, visionario. 4) Cultura y administración conscientes. La cultura organizacional, el activo más importante de la empresa. Agregaría la conjunción de tradición y futuro.

Les concedo la razón a Sisodia y Mckey a fuerza de leer y escuchar tantas diatribas contra el capitalismo, tantas críticas enconadas contra los negocios, tantos cuestionamientos de marcado sesgo político en contra de las empresas y el sector privado. ¿Cómo es que niegan el aporte del mundo empresarial a la formación y el desarrollo de una sociedad? ¿Cómo se atreven a seguir preconizando las expropiaciones y la asunción por el Estado megalómano del dominio empresarial, que ha fracasado dondequiera que se haya ensayado? ¿Y cómo nadan en la corriente del ataque a un sector privado que, por ejemplo en Antioquia, ha sido esencial y definitivo para hacer de nuestra región un modelo probado de eficacia de un capitalismo consciente, en el cual los buenos negocios están sustentados en valores éticos que afuera subestiman?

Sisodia y Mckey han aportado una teoría muy pertinente, compatible con la ética de responsabilidad social empresarial. Complementan las tesis que no aclaró Adam Smith en La riqueza de las naciones. Le infunden solidez a la justificación de la empresa privada en libertad y sin embestidas de los poderes oficiales y sus detentadores nacionales... o locales. Qué libro tan útil para pensar en serio

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