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Columnistas | PUBLICADO EL 09 octubre 2022

Pobre Antioquia

Aunque la respuesta automática a todo problema sea acusar al gobierno nacional, gran parte de los males de las regiones y municipios antioqueños se debe a Medellín.

Antioquia acaba de esquivar un golpe que habría sido durísimo: la pérdida del 80 % de los impuestos a vehículos, el debilitamiento de Corantioquia y el control del alcalde de Medellín sobre el ordenamiento territorial de los municipios. El Congreso impidió que se aprobaran estas propuestas incluidas en el proyecto de ley que reglamentaría la figura de Medellín Distrito (Luis Fernando Agudelo, “Medellín depende de Antioquia”, EL COLOMBIANO, 26.09.22). Que quede claro: el golpe al departamento se lo iba a dar la ciudad. Aunque la respuesta automática a todo problema sea acusar a Bogotá, al gobierno nacional, gran parte de los males de las regiones y municipios antioqueños se debe a Medellín.

No se trata de ningún descubrimiento reciente. En 1973 Belisario Betancur dijo: “En el pasado nuestros padres y abuelos hicieron a Antioquia pensando en Antioquia; hoy la queremos hacer pensando en Medellín”; “es urgente que este avance de Antioquia no sea un fenómeno capitalino sin armonía ni congruencia, sino un todo simétrico” y, de modo dramático y premonitorio, propuso “reconstruir los canales de su vitalidad provinciana [del departamento], si no quiere ver a Medellín que se convierte en un vampiro que la succiona para rodearse de espectros” (“Antioquia en busca de sí misma”). Puede decirse con bajo riesgo de exageración que la dirigencia regional se dedicó a Medellín y muy poco a las subregiones, que el avance departamental ha sido enorme en el centro y raquítico en la periferia y... bueno, Medellín se volvió el vampiro de los 115 municipios que están fuera del Valle de Aburrá (desde acá se chupan sus aguas, su energía, su oro, su dinero y su gente).

Desde esta perspectiva no es una buena noticia que el gobernador exprese su empeño en construir otra obra para el Valle de Aburrá (“Sueño con que el segundo túnel de Oriente esté en 2024: Aníbal Gaviria”, EL COLOMBIANO, 03.10.22). Cuando una administración con recursos escasos y grandes necesidades por resolver prioriza las inversiones en la capital es porque está condenando a las subregiones. La declaración del gobernador se da en medio de las impresionantes dificultades que está viviendo nuestra población debido a la mezcla de malas vías, intervenciones tardías y provisionales o franca inacción. Y se hizo después de que el Banco Mundial afirmara que “las redes viales secundarias y terciarias representan un cuello de botella clave en la mayoría de las áreas rurales, con una quinta parte de la red secundaria y un tercio de la terciaria calificadas como inadecuadas y sin pavimentar” (“Juntos para un futuro mejor: actualización del Diagnóstico Sistemático de Colombia”, p. 30). El diagnóstico del organismo multilateral enfatiza en el tema de las vías rurales por razones de productividad, equidad, lucha contra la pobreza y resistencia a los efectos del cambio climático.

Dos millones de antioqueños sueñan con tener vías decentes y esperan —como esperaba Belisario— que las distancias con los habitantes de Medellín se recorten, no que se amplíen 

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