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Columnistas | PUBLICADO EL 05 marzo 2023

Plaza Botero: ¿solución o pañitos de agua tibia?

Hace falta que pensemos en cómo frenar el estrepitoso aumento de esta población. En los últimos tres años, pasamos de 3.000 a 8.000 personas en situación de calle en la ciudad.

Plaza Botero: ¿solución o pañitos de agua tibia?

Daniel Duque Velásquez

Infográfico

Por décadas la Plaza Botero ha sido un referente de Medellín. Uno de nuestros mayores emblemas y un verdadero patrimonio cultural que, lastimosamente, ha venido sufriendo un deterioro físico y social por fenómenos de criminalidad en la zona, explotación sexual y un abandono institucional evidente. Hace unas semanas, la actual Administración tomó, por segunda vez, la decisión de cerrarla bajo el discurso de devolverle la seguridad al sector y embellecer la Plaza.

Tal vez lo que el alcalde y sus asesores no entienden es que los años de abandono no se solucionan con medidas basadas en restricciones de seguridad. Cerrar la Plaza Botero significa poner más barreras en una Medellín ya desigual, es caer en la falsa idea de que, tras las rejas y los cercos, en el encierro, existe la paz y la tranquilidad.

Sin duda los fenómenos de criminalidad son la excusa perfecta para que gobernantes incapaces cierren el espacio público. Sin embargo, estos modelos han fracasado, pues no solucionan el problema estructural sino que lo mueven unas cuadras más. No hay que olvidar que, en la Administración de Federico Gutiérrez, el refuerzo de 500 policías para tener un total de 1.200 uniformados en el sector de La Candelaria no sirvió de mucho para contrarrestar las problemáticas de seguridad y convivencia de la Comuna 10. Se necesita mucho más que medidas coercitivas.

En vez de confiar en los instintos que se alimentan de nuestros miedos, es necesario que nos apoyemos más en el saber práctico de quienes habitan la zona. Hablando con las personas que durante años han trabajado y habitado la Plaza Botero y sus alrededores descubrimos algunas cosas que, a pesar de ser previsibles, nos cuestionan mucho.

En primer lugar, una gran mayoría de habitantes y trabajadores de la zona no fueron consultados sobre la medida. ¿No tiene más sentido tomar decisiones teniendo en cuenta a las personas que conocen el territorio?

En segundo lugar, los negocios se han afectado por el aislamiento de la zona, incluyendo la reducción de afluencia. ¿Cuáles son las medidas para mitigar un riesgo que, fácilmente, se podía prever?

Y finalmente, el cierre de la Plaza de Botero no es una solución para la problemática que enfrentan las personas en situación de calle. Esta población requiere una atención integral y, en cambio, reciben estímulos para migrar a otros lugares. Hace falta que pensemos en cómo frenar el estrepitoso aumento de esta población, dado que en los últimos tres años, pasamos de 3.000 a 8.000 personas en situación de calle en la ciudad.

Claro que es importante que retorne la seguridad a la Plaza, pero como lo dijeron los gestores culturales y activistas: “Medellín ha sido un ejemplo para el mundo por aplicar soluciones desde el arte y la cultura a lo que la seguridad tradicional y policiva no logra”.

No es con restricciones, aislamiento, estigmatización y exclusión que se recuperan los espacios públicos de la ciudad, es creando de nuevo un profundo aprecio por los lugares y por lo que estos significan, es haciendo que la gente cuide y respete los espacios que habita teniendo de base una poderosa política de cultura ciudadana. .

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