Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6
Aunque el mundo está presenciando un hito importante en la transición energética, aún queda mucho por hacer para alcanzar los objetivos climáticos globales.
Por Diego Mesa Puyo* - d.mesapuyo@columbia.edu
La semana pasada, la Agencia Internacional de Energía publicó un reporte en el que por primera vez se vislumbra que, bajo las políticas públicas actuales a nivel global, la demanda de los principales combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón) alcanzaría su punto máximo en esta década. Posterior a la publicación de este reporte, una de las principales empresas petroleras chinas sorprendió a los mercados anunciando que es probable que la demanda máxima de petróleo en el segundo principal consumidor de petróleo del mundo se dé en 2023, varios años antes de lo que muchos analistas esperaban. De confirmarse este escenario, se aceleraría el pico de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, lo cual es una noticia positiva para el planeta.
Un factor clave para explicar este nuevo panorama, es el crecimiento acelerado y sostenido de las inversiones en tecnologías limpias. Por ejemplo, las energías solar y eólica continúan desplazando al carbón en la generación de electricidad, mientras que la movilidad de cero y bajas emisiones, y el almacenamiento de energía con baterías siguen expandiéndose a paso firme. Para 2023, se estima que el total de inversiones en soluciones bajas en carbono será de 1,700 billones de dólares americanos, superando ampliamente las inversiones en combustibles fósiles. Esto quiere decir que, por cada dólar invertido en combustibles fósiles en 2023, se invertirán 1.7 dólares en tecnologías limpias. Hace cinco años esta proporción era de uno a uno.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que las proyecciones actuales de una menor demanda de combustibles fósiles todavía no son suficientes para limitar el calentamiento global a 1.5 grados centígrados, el principal objetivo del Acuerdo de París. Por lo tanto, es urgente que los gobiernos tomen medidas de mitigación climática adicionales para enfrentar el calentamiento global.
Igualmente, es necesario entender las dinámicas de los mercados energéticos en el marco de la transición. Por un lado, la disminución en la demanda de combustibles fósiles no será un proceso lineal. Es probable que, ante eventos climáticos extremos, como oleadas de calor y sequías prolongadas, aumente temporalmente la demanda de carbón o gas natural para satisfacer un mayor consumo de energía eléctrica, al tiempo que la generación hidroeléctrica disminuya. Esta situación, por ejemplo, es común en nuestro país durante el Fenómeno del Niño. Por otro lado, es fundamental que continúen las inversiones en exploración y extracción de hidrocarburos, ya que los campos existentes experimentarán declives naturales pronunciados y será necesario reemplazar estas fuentes de una manera gradual, aún ante un escenario de menor demanda de combustibles fósiles. De lo contrario, la seguridad energética se vería seriamente comprometida.
En conclusión, aunque el mundo está presenciando un hito importante en la transición energética, aún queda mucho por hacer para alcanzar los objetivos climáticos globales. Los gobiernos deben acelerar sus esfuerzos e implementar políticas públicas más ambiciosas para garantizar que la inversión privada en energías limpias y tecnologías de cero y bajas emisiones sigan aumentando. Solo así, podremos garantizar un futuro energético más sostenible y seguro para el planeta.
*Miembro Distinguido Visitante del Centro de Política Energética Global de la Universidad de Columbia en Nueva York.