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Pocas cosas hay más desagradables que deber algo a alguien. No digamos ya a muchos y más de la cuenta. El asunto empeora cuando, en lugar de favores, lo que se adeuda es dinero. Seguro que todos ustedes respiraron aliviados cuando lograron saldar su hipoteca o aún suspiran por hacerlo y sentirse otra vez libres, dueños de sus vidas, sin el temor a que nadie –salvo Putin y sus misiles – o una desgracia natural, les quite lo que es suyo.
Sin embargo, hay alguien que puede amargarles su existencia sin necesidad de tumbar los cimientos de su casa o de achatarrarles el coche. Se trata de los “endeudadores”, esos que tiran del dinero ajeno (el suyo) como si fuera propio y les empeña a usted y a sus herederos de por vida sin que se enteren. Y, lo peor, sorbiendo el cerebro al pueblo para que piense que quien está en contra del sobreendeudamiento público, ese que no pagan los políticos sino usted y yo, es un egoísta. Veamos un ejemplo que tengo bien cerquita.
Nunca en la historia, España había alcanzado una cifra de endeudamiento como la del pasado mes de mayo. Puede que su economía hubiera atravesado peores tempestades en la historia reciente, como los estragos de la crisis financiera y de deuda periférica, que se dilató desde 2008 hasta 2013, o incluso el azote de la crisis del petróleo durante los años 70 del pasado siglo, si nos remontamos a tiempos que hoy sirven de espejo. Pero lo que es evidente es que los datos del Banco de España reflejan la mayor cantidad de endeudamiento a la que se enfrentan los españoles: 1,456 billones de euros, más del 117% del PIB cuando a principios de siglo la deuda española equivalía al 58% del PIB y en 2007 apenas representaba el 35,8%, casi la mitad del porcentaje de la deuda francesa (64,5%) en aquellos años. Para poner cifras al endeudamiento: España arrancó el siglo con una deuda pública de 374.557 millones de euros (9.211 euros per cápita). En 2007, la deuda se mantuvo en unos muy manejables 384.662 millones de euros (8.423 euros per cápita). Hoy, tras la crisis financiera, la pandemia y la sacudida de la crisis con Rusia a costa de la invasión de Ucrania, la deuda española casi se ha multiplicado por cuatro y el endeudamiento per cápita supera los 30.600 euros.
Aunque la crisis financiera fue el detonante de la actual situación, que se tradujo en pasar en apenas cinco años de esos menos de 400.000 millones a casi un billón de euros, lo cierto es que el ingente gasto acumulado en la gestión de la pandemia y las políticas derrochadoras de los social-comunistas comandados por Pedro Sánchez “el endeudador” en plena escalada de la inflación, han agravado las cifras. No les aburriré con detalles, pero baste reseñar que en España una pensión media supera el sueldo medio más frecuente. Y cuando los jóvenes cobran menos que sus abuelos es que algo va rematadamente mal y desmotiva al más pintado.
Ahora, ustedes tienen a su propio “endeudador”, que quiere hacer lo mismo con el sistema de pensiones a costa de su futuro y el de sus hijos. Gastar y gastar, y que paguen otros. El sueño fracasado del social-comunismo que todo lo arruina