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Candidotes presidenciales

Los candidotes juran que el país les cabe en la cabeza, así sus electores quepan en el puesto de atrás de un Volkswagen escarabajo. Los hay que copian y pegan, la vieja fórmula para ahorrarse agencia de publicidad.

hace 5 horas
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  • Candidotes presidenciales

Por Óscar Domínguez Giraldo - oscardominguezg@outlook.com

Cuando al panida, León de Greiff lo propusieron en 1960 como candidato al Nobel de Literatura recordó que las voces candidato y “candidote” van de la mano. Y siguió poniéndole música a su poema sobre Rosa de Bolombolo.

La fauna de ilusos abunda en época preelectoral. En Locombia, usted trastorna una esquina y tiene que saludar a un espécimen de estos. El ego como un Everest lleva a muchos a pensar que son los imprescindibles que sacarán de la encrucijada al país de la sagrada víscera. “Después de mí, el diluvio”, se dicen con don Luis XIV. Hace 50 años, el expresidente Lleras, proponía que a los candidatos a la primera chanfa se les hiciera examen de admisión. No tuvo eco. La historia se repite...

Estos personajes que hacen parte del paisaje político se acuestan aliviados y despiertan superiores a los demás mortales. Muchos cuentan con obeso respaldo bancario para dilapidar en su utopía. El inefable Abelardo De la Espriella salió de la nada con millones de firmas que lo respaldan. ¿Será que le sonó la flauta defendiendo personajes de dudosa ortografía según relato de la revista Cambio? Tocó citar de nuevo el tango aquel: “Qué falta de respeto, qué atropello a la razón”.

Colombianos importantones no aparecen ni en el pasa de las encuestas. Se apellidan López, Dávila, Gaviria, Peñalosa, Pinzón, Vargas Lleras, Oviedo, Luna, Cárdenas, Uribe. El exalcalde Fajardo, con todo y sus vaivenes, aparece tan bien ranqueado que irá íngrimo a la primera vuelta. Como el cantante De la Espriella, de arcaico pañuelo en la solapa del vestido. O como Cepeda, del petrismo. Fajardo y De la Espriella barajan así: ganan en primera vuelta y a esperar que se les sume el “tocongusfrape” (el todos contra el candidato de Gustavo Francisco Petro).

Tienen claro que “la derrota tiene algo positivo: nunca es definitiva. En cambio, la victoria tiene algo negativo: jamás es definitiva”. Y si no les da pereza, le dan el crédito a Saramago.

Los candidotes juran que el país les cabe en la cabeza, así sus electores quepan en el puesto de atrás de un Volkswagen escarabajo. Los hay que copian y pegan, la vieja fórmula para ahorrarse agencia de publicidad: “Un grupo de amigos me ha pedido que someta mi nombre a consideración....”. Alegan que en sus múltiples recorridos por la patria colombiana el impacto causado por sus tesis es de no te lo puedo creer. Palabras, palabras, palabras.

Si las encuestas les son adversas, alegan que la verdadera se hace en las urnas, o que los sondeos favorecen a quienes los pagan. Ahora, si las consultas los arropan, asumen que su movimiento está en el curubito, y proponen alianzas alrededor de su ombligo.

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