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Columnistas | PUBLICADO EL 16 mayo 2020

Oda al fútbol, a la vida. Acusación

al encierro

Por David González Escobar

Universidad Eafit
Ing. Matemática y Economía, semestre 7
davidgonzalezescobar@gmail.com

“De fútbol no vive el hombre”, tituló la columna de Héctor Abad Faciolince el fin de semana pasado en El Espectador, en la que quería hacer ver que “hace dos meses no hay fútbol y no ha pasado nada”. Que “nos dimos cuenta de que los médicos eran más importantes que los futbolistas” y que “el espectáculo y la diversión no deberían trastocar tan hondamente todas las prioridades”.

Héctor Abad tiene razón: podemos vivir sin fútbol. Puedo levantarme todos los días sin tener que ver a Messi flotando entre rivales, zigzagueando ágil con el balón pegado a su pie izquierdo. No paso hambre por no ver a De Bruyne desafiar la geometría euclidiana filtrando pases perfectos ante defensas expectantes. No pierdo el sueño por no ver a Kanté persiguiendo balones y raspando la mitad de la cancha como si fuera inmune al cansancio. Puedo vivir sin el vacío que deja un gol tardío en contra, sin el inexplicable sentimiento de euforia colectiva que deja una victoria.

“De fútbol no vive el hombre”, pero la vida es mucho mejor cuando hay fútbol. Esto no es repudiable, todo lo contrario: muchas de las cosas que más disfrutamos en esta vida podemos dejarlas sin que “pase nada” (incluidos los libros de Héctor Abad). Jamás serán más importantes que cosas esenciales como la salud o la comida, pero el hecho de que como sociedad podamos contar con miles de personas dedicadas a estas actividades es un logro, algo que debemos luchar por poder preservar.

Por eso acuso al encierro de poner al fútbol en amenaza, igual que tantas otras cosas que hacen esta vida más vivible: extraño las copas de aguardiente pasándose de mano en mano, las tardes ociosas reunidos en familia, las recochas entre amigos los domingos por la tarde, poder estar de frente mirando a los ojos a la mujer que adoro...

Esta situación kafkiana tiene sus justificados motivos. Son decisiones costosas que nadie querría estar tomando, ante un panorama incierto que amenaza fracturar por mucho tiempo nuestras vidas. Hay que entender este nuevo mundo, pero me niego a aceptarlo como un “castigo bíblico” que nos trae enseñanzas: la vida antes de esto era una vida mejor vivida. No podemos resignarnos, hay que hacer lo que esté a nuestro alcance por tratar de recuperarla.

*Taller de Opinión es un proyecto de
El Colombiano, EAFIT, U. de A. y UPB que busca abrir un espacio para la opinión
joven. Las ideas expresadas por los columnistas del Taller de Opinión son libres y de ellas son responsables sus autores. No comprometen el pensamiento editorial de El Colombiano, ni las universidades
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