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Por ALLISON SCHRAGER
Coleccionar arte siempre ha sido una actividad exclusiva, pero el mundo del arte contemporáneo en particular, se ha convertido en uno dominado en años recientes no por el 1 %
—los millonarios— sino por los supermultimillonarios del 1 %.
Esta creciente desigualdad amenaza con alterar el funcionamiento del mercado. Las pequeñas y medianas galerías que han apoyado y nutrido a artistas desconocidos durante mucho tiempo, encuentran difícil sobrevivir en la economía del “ganador se lleva todo” del arte contemporáneo, es decir, el próximo Andy Warhol o Donald Judd, quienes ascendieron por las filas del sistema de galerías, podrían jamás ser descubiertos.
El mercado del arte refleja y magnifica las tendencias de la economía más grande. Recuperándose aún más rápidamente que el Producto Interno Bruto (PIB), ventas anuales en el mercado americano se han más que duplicado desde la crisis financiera global. Según un informe de 2019, publicado por Art Basel y UBS, el año pasado las ventas de arte alcanzaron casi 30.000 millones de dólares, comparado con apenas poco más de 12.000 millones en 2009.
Pero estas cifras encubren un problema serio: una cantidad pequeña de galerías grandes y artistas tomaron la mayoría de esas ventas. Arte que costó más de un millón de dólares representó 40 % del mercado pero sólo 3 % de las transacciones. La disparidad es más severa en el mercado contemporáneo, donde las obras de artistas vivos se vende en galerías. En el 2018, ventas de los principales 20 artistas vivos representaron el
64 % del mercado. Galerías más grandes, el 5 % principal en términos de volumen de venta, representaron más del 50 % de las ventas. Las ventas en galerías más pequeñas decayeron a lo largo de los últimos años.
Clare McAndrew, autora del informe de Basel / UBS, explicó que los coleccionistas adinerados, pero no los superricos, los banqueros de Goldman Sachs pero no los socios, que solían patrocinar las galerías de nivel medio y bajo dejaron de comprar arte después de la crisis financiera de 2008 y no regresaron después de que la economía se recuperó. No pueden pagar los precios de los mejores artistas, por lo que invierten en artistas emergentes que están a punto de abrirse paso o en artistas de segundo nivel bien establecidos.
Estos coleccionistas, dijo McAndrew, se desaniman por los precios altísimos en las galerías y casas de subastas más importantes. Cuando ven que una pintura de Hockney se vende por 90 millones de dólares, asumen que el trabajo de 50.000 dólares que pueden pagar no vale la pena comprar, especialmente si no pueden dar la vuelta y venderlo por una ganancia rápida en una subasta.
Sin este nivel medio de coleccionistas, además de arriendos que aumentan y menor acceso a capital, muchas galerías pequeñas están cerrando.
Según datos internacionales de Artfacts.net, en el 2007 cuatro galerías abrieron por una que cerró. Ese índice empezó a bajar después de la recesión, y en el 2017 más galerías cerraron que las que abrieron.
En el mundo del arte, galerías pequeñas y medianas sirven una función importante. Artistas normalmente empiezan en galerías pequeñas, donde su obra se desarrolla y se hacen conocer por coleccionistas. Aunque las motivaciones de las galerías no siempre son puras, juegan un papel importante en crear la fuente de nuevos artistas.
Asesoran a sus artistas, apoyándolos económicamente, presentándolos a coleccionistas y a veces orientando su obra.
Galerías pequeñas y medianas pueden ayudar a artistas que apenas están comenzando porque sus artistas más establecidos atraen las ventas.
Depender de estos pocos artistas para la mayoría de sus ventas siempre ha sido un riesgo enorme para las galerías más pequeñas, porque los artistas que encuentran éxito frecuentemente no mantienen su exclusividad con una galería pequeña y salen en busca de una más grande.
En este mercado de alto riesgo, ocurre más rápido y con más frecuencia: un artista emergente tiene un incentivo aún mayor para avanzar y obtener rápidamente los beneficios de la economía superestrella.
Un mercado en el que las personas extremadamente ricas pagan demasiado por arte mediocre y excluye a los no tan ricos puede no ser el mayor problema en una economía bastante polarizada.
El arte es el registro de la cultura que dejamos para generaciones futuras, y también está siendo deformado por nuestra economía desigual