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Autoritarismo y crisis del sistema presidencial

La forma de elección y el origen del primer ministro hacen que, en términos de política real, exista una estrecha relación y un intenso control del parlamento sobre el gobierno.

11 de abril de 2025
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  • Autoritarismo y crisis del sistema presidencial

Por Luis Fernando Álvarez Jaramillo - lfalvarezj@gmail.com

Desde el punto de vista de la participación ciudadana, la democracia se identifica como aquella expresión del poder que obedece y se consolida gracias a la intervención ciudadana en las estructuras y decisiones políticas. De acuerdo con la calificación que se asigne a esa participación plural en el poder, la doctrina señala distintas manifestaciones específicas y diferenciadas, que permiten considerar varias formas de democracia o si se quiere ser más exactos, distintas maneras en que se expresa dicha participación plural, dando origen a diferentes manifestaciones de la universalmente reconocida democracia. Se habla, entonces, de tecnocracia o gobierno de los técnicos, aristocracia o gobierno de cierta clase o élite sobresaliente, oclocracia o gobierno de la turba o multitud. Incluso se mencionan formas de organización política con apariencia de democracia, como la demagogia, la estupicracia y otras expresiones específicas de democracia, así clasificadas en atención a la identificación y señalamiento de quienes ostentan el poder real.

Pero la complejidad del tema se vislumbra con mayor nitidez, cuando se analizan las diferentes formas que adopta el sistema democrático, en atención a su estructura constitucional. Puede afirmarse que en los Estados occidentales se presentan dos modelos clásicos e históricos. La democracia parlamentaria y la presidencialista. El sistema parlamentario se caracteriza porque el jefe de Estado es una reina o un rey o un presidente elegido popularmente, mientras que el jefe de gobierno y de la administración, es un primer ministro, normalmente designado por el jefe de Estado, quien suele escoger para la alta investidura, al jefe del partido mayoritario en el parlamento. La forma de elección y el origen del primer ministro hacen que, en términos de política real, exista una estrecha relación y un intenso control del parlamento sobre el gobierno. Lo expuesto significa que el ejercicio del poder se concibe de manera que los diferentes órganos operen armónicamente, respetando el principio de equilibrio que constitucional y socialmente debe existir entre ellos.

No ocurre lo mismo con el sistema presidencialista. El hecho de que el presidente elegido popularmente, sea al mismo tiempo jefe de Estado, de gobierno y de la administración, y que el congreso renuncie, así sea parcialmente, a su autonomía, para sujetarse a la voluntad del presidente, en lugar de efectuar un control político serio y permanente, hacen que el presidente de la República, actúe, no como gobernante, sino como una especie de “Mesías” dispuesto a solucionar todas las necesidades ciudadanas, en una postura mesiánica con un fuerte sentimiento de “Adán”, pues se considera a sí mismo, el primero y el único capaz de resolver los problemas populares más delicados, de manera que pronto se sentirá el depositario de “su verdad revelada” y el único dispuesto a actuar en bien de la comunidad, en una clara demostración de populismo autoritario.

No importa la ideología de derecha o de izquierda, sólo cuenta el “poder de redención”. Es la crisis total, especialmente en los Estados Latinoamericanos, no de la democracia, sino del sistema presidencialista.

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