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Nuestra ciudad está enfrentando un enorme desafío: combatir el hambre al que nos ha llevado la corrupción de la actual administración. Esta será sin duda la lucha más grande para quienes quieran liderar a Medellín desde los entes de control político.
Por Natalia Zuluaga Rivera - nataliaprocentro@gmail.com
A las 9:00 pm caminaba por Provenza y me encontré con la escena de tres jóvenes de 13 – 14 años acompañados de un extranjero; los menores estaban sentados en una tienda comiendo papas de paquete y chocolatinas. Les pregunté dónde vivían y respondieron que en el Popular 1; indagué por qué estaban a esa hora tan lejos de casa y la respuesta fue: tenemos hambre y acá es más fácil conseguir algo de comer. El extranjero terminó de hacer su pedido en el mostrador, miró a la mesa y los menores inmediatamente se levantaron para continuar su camino tras él.
Esa noche no pude hacer nada. Dejé que esos menores siguieran su camino detrás de un desconocido extranjero en una situación de evidente desprotección. Tres niños con hambre que se atravesaron la ciudad solo para poder llevar algo de comida a sus estómagos.
Y es que mientras Medellín Cómo Vamos reporta que 8.000 niños en Medellín están en situación de desnutrición crónica y que dos de cada diez ciudadanos se van a dormir sin una de las tres comidas, organismos de control como la veeduría Todos por Medellín acaban de revelar el manejo irregular en la caja menor del Despacho del Alcalde.
Actualmente, el Alcalde gasta en almuerzos, comidas y mercados la suma de $26’000.000 de pesos al mes, pagados con recursos públicos en gastos que no son ni urgentes ni prioritarios.
Estas sumas podrían ser algo irrisorio frente a lo que realmente se ha podido desviar en recursos públicos por parte de esta administración, que ya cuenta con funcionarios y contratistas vinculados formalmente a procesos penales por delitos de peculado por apropiación que evidencian la corrupción al interior del piso 12.
De nuevo juntos “El hambre y la corrupción”, un problema que, si bien ha existido siempre en Medellín, se agudizó con esta administración, esa que vendió la idea de trabajar por los más necesitados.
Nuestra ciudad está enfrentando un enorme desafío: combatir el hambre al que nos ha llevado la corrupción de la actual administración. Esta será sin duda la lucha más grande para quienes quieran liderar a Medellín desde los entes de control político como el Concejo de Medellín. El reto está en despojar la incertidumbre de los estómagos de los niños para asegurarles que, en esta ciudad, podrán tener la certeza de acceder a una alimentación sana y suficiente que les permitirá un desarrollo óptimo e integral para la vida.
La Unicef respalda que el impacto del hambre en los niños está asociado con consecuencias para toda la vida; la inseguridad alimentaria se relaciona con retrasos madurativos en el desarrollo cognitivo y emocional de la niñez, puede traer problemas de comportamiento, riesgo de enfermedades crónicas y rendimiento académico bajo.
Ya Medellín es un punto rojo entre los 40 millones de niños que padecen inseguridad alimentaria en 15 países del mundo. No podemos permitir que los niños de la segunda ciudad más rica y con más recursos de Colombia, tenga niños y niñas sufriendo de desnutrición crónica.
¿Cuándo será que veremos un político capaz de agacharse y preguntarle a un niño del Popular 1 que comiste hoy?