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Uno de los héroes de los huilenses, al lado de La Cacica Gaitana que derrotó a a un reducto de conquistadores españoles en 1538, es el soldado Cándido Leguízamo cuyo sacrificio en la corta guerra con Perú fue tomado como ejemplo del pundonor, lealtad y valor de los opitas para defender al país. El 29 de enero de 1933, al atravesar el río Putumayo con dos compañeros más, Cándido resultó con su cadera despedazada y el hombro roto por las balass peruanas. Moriría días después en Bogotá.
Pero más que heroísmo y lealtad, Cándido es, creo, la mejor expresión de la idiosincrasia opita, de la que hago parte como hijo de esa tierra al sur del cerro del Pacandé. Cándido, aquel que es ingenuo, sin malicia ni doblez; hay otras palabras más fuertes para esa condición.
Y lo que vive hoy el Huila con el café es muestra de ello. Hace 10 años o más es no solo el primer productor nacional del símbolo de Colombia ante el mundo, sino el que procesa la mejor calidad; en todos los concursos de sabor y aroma, los campesinos opitas concentran la mayoría. Y en cantidad, de los 10 municipios de mayor producción, el Huila tiene 5 con Pitalito y Acevedo a la cabeza; Pitalito tiene más café cultivado que todo el Quindío. Es el trabajo de más de 85 mil familias en un contexto amplio de minifundio. Y de esto los colombianos poco o nada saben, en primer lugar porque el Huila no ha sabido contar ese cuento. Su candidez se convierte en exceso de modestia.
Mientras el promedio nacional de café cayó 12% en el año 2022, el Huila aumentó en 1,39% y aportó casi $4 billones a la economía colombiana.
Pese a estos enormes indicadores, el Huila es mucho menos que un actor secundario en la institucionalidad cafetera nacional. La Federación, en sus ya 95 años de existencia jurídica, ha sido de control casi absoluto de la zona paisa, que hasta hace un par de décadas concentraba también la producción.
Ahora, con el traumático cambio que decidió el presidente Petro para la gerencia de la Federación, el Huila pareciera tener alguna opción de hacer sentir y respetar su sólido liderazgo, y poner a uno de sus profesionales mejor calificados en ese alto lugar. Pero hasta ahora sigue dominándolos la candidez. Poco o nada se han movido, no han postulado ningún nombre, no han reclamado el derecho que les asiste para estar ahí, al frente del negocio que sigue siendo el más importante del sector agropecuario. Mientras tanto, otras zonas nuevas del café como Cauca y Nariño sí están en acción.
¿Qué y cómo hizo el Huila, en apenas 20 mil kilómetros cuadrados y 37 municipios para esta gesta? Al igual que Cándido, con tesón, laboriosidad, empeño y disciplina. Pero que el país no sepa que el café colombiano hoy es de aroma y sabor opita, y que el nuevo gerente sea otra vez paisa o caucano, seguirá siendo responsabilidad exclusiva, también, del cándido ambiente que sigue adormeciendo a los huilenses.