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Columnistas | PUBLICADO EL 30 septiembre 2021

La verdad de las mentiras

Por Diego Aristizábaldesdeelcuarto@gmail.com

Me gusta cuando la gente dice: esto que te digo es verdad, el mismo Tiresias lo decía como célebre adivino. Es como si todo lo dicho anteriormente hubiera sido camuflado con la sutileza de la mentira. Por algo, el énfasis de la verdad termina por sembrar la duda. Las cosas pasan y siempre tendrán diversas aristas. Cuando se trata de justicia, es necesaria la verdad, una verdad reparadora, contundente, clara, que apacigüe el dolor, o que lo cure, de ser posible. Saber la verdad da cierta calma. “Al menos ya lo sé”, podría decir alguien, “al menos tengo una versión convincente”, podría agregar uno más, y eso puede ser suficiente en tiempos inciertos. Pero la verdad, no sé si siempre ocurra, la verdad es una palabra esquiva, acomodada, en el fondo, también dudosa.

Mario Vargas Llosa ha escrito varias cosas interesantes sobre este asunto. Alguna vez leí en uno de sus libros que la ficción es una mentira que encubre una profunda verdad; ella es la vida que no fue, la que los hombres y mujeres de una época dada quisieron tener y no tuvieron y por eso debieron inventarla. No se escriben novelas para contar la vida, sino para transformarla, añadiéndole algo. El regreso a la realidad es siempre un empobrecimiento brutal: la comprobación de que somos menos de lo que soñamos. “Sin ilusión no hay novela”, dice él en “La verdad de las mentiras”, ni tampoco vida, digo yo.

En un capítulo de ese pod-cast maravilloso que es El Topo, un hombre bastante machista, que se burla de los mal llamados maricones y hace negocios con hombres rudos, le gusta ir a donde ama Claudia, fundadora del Bdsm en Colombia, a que lo sodomice, lo trate mal, lo domine, le dé órdenes, lo humille. ¿Cuál es la verdadera vida de este hombre? Ambas, supongo. La verdad de las mentiras.

La verdad es relativa, los abogados sí que saben de eso, para mí estos profesionales son los seres más creativos que existen en la tierra, porque ellos lo que hacen es creerse algo que defenderán a capa y espada y, a veces, muchos son tan elocuentes, conocen tan bien la justicia que son capaces de burlarla y terminan por construir una mentira tan bien argumentada que esa es la verdad. Y así encubren, salvan a criminales de este país, y de otros, que repiten y repiten como si fueran los protagonistas de una saga, de una muy despiadada. Esto que les digo sí es verdad, o ¿alguien se atreve a ponerlo en duda?

Diego Aristizábal

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