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Columnistas | PUBLICADO EL 18 enero 2021

¿La vacuna? ay, ay, ay...

Por Elbacé Restrepoelbaceciliarestrepo@yahoo.com

Sospecho que la humanidad está destinada a dividirse y que el resultado de esa operación siempre serán bandos absolutamente despreciables para los contrarios. Y en Colombia sí que lo hacemos a la perfección.

Ahora nos estamos “matando” por la vacuna, como si no tuviéramos suficiente con el virus, que carga en la espalda la vida de dos millones de personas, incluidos cincuenta mil colombianos, a la fecha. La situación es bastante conocida y me recuerda que somos proclives a que nada nos una. Y no sé a ustedes, pero a mí se me ha vuelto un lío fenomenal que me pregunten si pienso vacunarme. Ay, ay, ay... Pregunta tan espinosa como “¿Y usted es uribista?”. O “¿Usted va a votar por el sí o por el no?”, por citar solo dos casos de polarización extrema entre nosotros. De entrada, a nadie debería importarle, ni intentar convencer al otro de que está equivocado, ni mucho menos tratarlo de bruto y otras “sutilezas” por no coincidir en las convicciones, creencias, ideologías o formas de ver.

Pero no aprendemos. Ahora el punto más alto de la discordia está en la vacuna contra la covid-19, que a estos solares todavía no ha llegado, pero ya nos tienen saturados los fieles creyentes de las teorías conspirativas que nos advierten, entre otras, que “la vacuna es un instrumento de dominación porque trae un microchip mediante el cual el ‘Estado Profundo’, dominado por China y un grupo de izquierda norteamericano, quiere adueñarse del mundo”. Hay personas que gastan tiempo de su vida enviando extensas explicaciones, que no creo que lean, acerca de cómo algunos multimillonarios y tecnócratas planean apoderarse del planeta mediante las vacunas, en las que nos inyectarán un sistema operativo con el que podrán controlar y actualizar nuestros cuerpos como si fuera un sistema de Windows, al que llaman “el software de la vida”. ¿Es en serio?

En algunos de mis grupos de WhatsApp ya ha habido encontrones que, de no ser por la virtualidad, hubiera derivado en trompadas y arrancadas de pelo entre seguidores y detractores de la vacuna. Bendita sea a veces la lejanía.

Respeto profundamente a quienes tienen dudas y temores sobre si realmente son seguras las vacunas que se han desarrollado con tanta rapidez. Me parece normal y sano que nos cuestionemos sobre las reacciones y los posibles efectos secundarios, pero basados en información científica divulgada con responsabilidad por medios serios, no en esos argumentos peliculeros y catastróficos sin asidero de ninguna clase.

No podremos elegir entre BioNTech-Pfizer, Moderna, AstraZeneca o Sputnik V, pero vacunarse sí es una decisión libre y autónoma. Y nada debe pasar entre los que no quieren ponérsela y los sí queremos.

Por lo pronto, me quedo con las palabras de un médico norteamericano cuando le preguntaron sobre los efectos secundarios luego de recibir la primera dosis de la vacuna: “Dolor leve en el sitio de inyección, sensación de paz, alivio, esperanza y tremenda gratitud hacia los investigadores que desarrollaron las bases para las vacunas y para los participantes en los estudios clínicos que hicieron de esto una realidad”.

¿Dónde hago la fila?

Elbacé Restrepo

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