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La próxima cumbre de la CELAC, que se celebrará en Colombia, debería comprometerse con la educación. Pensar en hacer un acuerdo de Bolonia o Proceso de Bolonia para las Américas.
Por Rafael Pardo Rueda - opinion@elcolombiano.com.com
‘El informe más reciente del Foro Económico Mundial del futuro del empleo dice que para el año 2030 el 30% de las ocupaciones existentes ahora serán totalmente automatizadas.’ Leí en un artículo de la rectora de la Universidad de los Andes, Raquel Bernal que “Mañana ya será tarde para pensar en el futuro de la Educación”.
Su frase resulta de la mayor importancia cuando precisamente el Gobierno presenta en estos momentos una reforma a la Ley 30 de 1992 con el propósito fundamental de abrir medio millón de cupos y cambiar el modelo de financiamiento de las universidades públicas. La reforma no solo debe lograr esos objetivos. Debe actualizarse de cara a un mundo que requiere de nuevas competencias académicas, tecnológicas y en la construcción del pensamiento crítico.
Ante la urgencia y la oportunidad que representa la actual reforma, quisiera aportar a través de una serie de preguntas cuyas respuestas deberíamos conocer todos los colombianos.
¿Cuáles son los criterios para lograr los 500.000 cupos? A través de un esquema mixto de universidades públicas y privadas?
En ausencia de los exámenes de Estado (los quieren abolir), ¿cuál sería el nuevo criterio para evaluar el nivel de los estudiantes previo ingreso a las universidades, para determinar si está funcionando la educación básica y secundaria?
¿Qué implica declarar un derecho la educación.?
¿De dónde salen los recursos? ¿Del presupuesto ordinario? ¿O de recursos extraordinarias (como puede ser una nueva reforma tributaria)?
¿Cuál es la fuente de recursos para solucionar el enorme déficit de las universidades públicas? Ídem.
¿Qué tipo de modelo de educación en términos de impartir conocimientos en el mundo actual está planteando?
¿De qué manera garantiza la reforma que se puedan actualizar las carreras ya existentes a las necesidades del mercado laboral? Pertinencia y fin de la burocracia.
¿De qué forma reconoce la diversidad y atiende la necesidad de profundizar en el valor de la educación tecnológica?
¿Cómo soluciona la reforma el problema de deserción? Es creciente.
¿Con qué reemplazarán los créditos a los estudiantes sin cambian el objeto del Icetex?
¿Cómo se garantiza la transversalidad de la ciencia y la tecnología en la reforma?
¿Dónde reconoce la virtualidad como el nuevo y gran mecanismo de acceso a la educación? Hay cientos de universidades ofreciendo cursos y programas completos nacionales y extranjeras. Sin pasar por el ministerio de Educación.
¿Esos cursos virtuales acaso están registrados en los 500.000 cupos?
La próxima cumbre de la CELAC, que se celebrará en Colombia, debería comprometerse con la educación. Pensar en hacer un acuerdo de Bolonia o Proceso de Bolonia para las Américas. Hacer el símil como lo fue el espacio universitario europeo. Tal vez incorporando las universidades norteamericanas. En una segunda fase.
Espero que estas preguntas ayuden a la reforma a la Educación Superior. También propongo reconocer las experiencias y avances que hoy ofrecen la Universidad EAN en sostenibilidad, el ecosistema universitario de Caldas, el reconocimiento del territorio de la Universidad de Córdoba, y tantas otras como Eafit e Icesi, en Medellín y Cali, respectivamente.