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El gran filósofo Homero Simpson creó un principio universal: “Para mentir se necesitan dos, uno que mienta y otro que crea”. Yo, en mi época universitaria, defendí con pasión, total convencimiento y “serios” argumentos, que los primeros homo sapiens fueron Adán y Eva. Hágame el favor. Vergüenza total. Un ejemplo claro de una narrativa de la posverdad.
La narrativa, siempre ha sido una herramienta fundamental para persuadir. Es un cuento sobre un acontecimiento, real o ficticio, que persuade y entretiene. ¿Quién gana? Quien logra crear narrativas que colonizan los nodos de las múltiples audiencias.
Por otra parte, la posverdad, según la RAE, es una: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales.”
Cuando el núcleo de la narrativa es una posverdad, muta en un virus que infecta y enferma en forma exponencial. La narrativa de la posverdad es la pandemia más antigua de la humanidad.
Lo interesante es que muchas sociedades tienen sus propias vacunas. No se dejan ni paralizar ni secuestrar ni mucho menos inocular por las narrativas mentirosas. Aplican el principio de Homero. Afrontan sus retos más importantes pasando de narrativas mentirosas, a ejecuciones relevantes, que, de verdad, resuelven sus grandes problemas.
Comparto con ustedes dos ejemplos concretos de esta semana. El primero. Los Estados Unidos. En su última edición, la revista The Economist, reseña cómo los Estados Unidos nuevamente se están alejando de sus pares, con una economía vibrante. Sin embargo, la mayoría de los norteamericanos están pesimistas. Bien lo dice The Economist, la ansiedad oscurece una impresionante historia de éxito.
Los Estados Unidos siguen siendo la economía más rica, productiva e innovadora del mundo. Representan el 58 % del PIB del G7, en comparación con el 40% que representaban en 1990. No todo es capitalismo salvaje. Los ingresos de los más pobres han aumentado, en términos reales, un 74 % desde 1990, superando de lejos a países abanderados del bienestar social.
Y el segundo ejemplo. Noruega. Está adjudicando 92 bloques de exploración de petróleo y gas en el Ártico. Hace 50 años era un país muy pobre. Su renta per cápita no alcanzaba ni la mitad de la de Suiza. Hoy la supera en un 16%. Los noruegos, dentro de una narrativa social demócrata, han sido una sociedad práctica y de ejecuciones. Han dominado el mar, redistribuido la riqueza, con una economía pujante apalancada en el petróleo y el gas. Protegida además, por su famoso fondo soberano de riqueza. Han gestionado con austeridad los recursos públicos con importantes inversiones en salud, infraestructura, tecnologías limpias y educación. En Noruega, todos están en el mismo barco.
Creo, con estos dos ejemplos disímiles y otros tantos, que la pandemia más antigua de la humanidad - la narrativa de la posverdad - tiene cura y cada sociedad puede crear sus propias vacunas, aplicar el principio universal del filósofo Homero Simpson y hacer que las cosas pasen, porque en la ejecución está la diferencia.