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Columnistas | PUBLICADO EL 30 octubre 2020

La minga y su mensaje

Por henry medinahmu45@hotmail.com

Múltiples y variadas fueron las lecciones que nos dejó la pasada minga indígena en su desplazamiento desde sus resguardos hasta Bogotá. Indudablemente es un hecho político que sirvió para ratificar la nefasta polarización política del país y para constatar que existen verdades que no conocemos o no queremos aceptar. Los hechos conocidos me permitieron referenciar los sentimientos, el dolor y la lucha de nuestras poblaciones indígenas, con los sufrimientos de poblaciones africanas autóctonas.

En nuestro caso, tenemos como antecedentes próximos la minga indígena, campesina y popular del año 2004; la del 12 de octubre del año 2008, que salió de Santander de Quilichao hacia Bogotá, con bloqueos a las vías, acompañados de violencia, disparos y muertos. En el 2015 la minga social y comunitaria con resultados similares a las previas. En cambio, la realizada en días pasados fue ejemplo de organización y no violencia, sin vandalismo ni infiltrados, con orden y respeto a los derechos de los demás, con comunicación efectiva, aseo y buen comportamiento. Lecciones para aprender.

Estas percepciones sobre nuestra realidad me llevaron a recordar el libro Viaje al país de los blancos, escrito por un migrante nativo de Ghana llamado Ousman Umar, donde narra su aventura caracterizada por el alto riesgo, la curiosidad y la lucha por la vida.

Para realizar sus sueños, Ousman debió salir de su país natal a los 13 años a experimentar hechos extraordinarios, como cruzar caminando el desierto del Sahara, donde murieron 40 de sus 45 acompañantes, sufrir la miseria durante cuatro años en Libia, ser estigmatizado por el color de su piel, cruzar ilegalmente el Mediterráneo, donde vio naufragar a algunos de sus amigos y finalmente, llegar a Barcelona, donde encontró la oportunidad de educarse y prepararse para ayudar a sus connacionales. Allí, en el año 2012, fundó la ONG Nasco, con el propósito de “alimentar la mente antes que la barriga”. El sufrimiento lo llevó a clarificar que la educación y no la violencia es el motor para transformar la realidad no deseada; en contrario, la ignorancia genera temor a lo desconocido, produce miedo y conduce a la violencia. En nuestras mentes está la génesis del cambio.

Sostiene Ousman que el problema de las migraciones de África hacia Europa no radica en los países receptores, ni en el Mediterráneo que se ha convertido en el cementerio de miles de migrantes, sino en los territorios origen, en su educación y en la incomprensión de su cultura. Desde esta perspectiva, podríamos aseverar que el problema de la relación con nuestras poblaciones indígenas no está en el tratamiento material privilegiado, sino en la ausencia de diálogo generativo, para percibir en mejor forma su sentido de vida. Quienes niegan sus derechos argumentando su baja proporción porcentual en población, las grandes extensiones de tierra que poseen y los inmensos presupuestos que se les asignan, están afectados por vicios ideológicos o intereses políticos y económicos insanos.

La conclusión es que nuestras poblaciones indígenas, así como las comunidades africanas no son inferiores o bárbaras, ni una subespecie humana, sino hermanos con una cosmovisión diferente, desde la cual nos dan lecciones de espiritualidad, respeto a la naturaleza y protección del medio ambiente.

Es oportuno finalizar con la frase de Eduardo Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

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