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A primera vista, la historia parece increíble. Es una bombilla que se llama Vida E 27 y dura 100.000 horas. Pasado este tiempo, si se daña alguno de sus componentes, se puede reparar. Es producida en España por Light & Life Technology y tiene un precio de 24 euros. Hasta ahora solo se puede comprar por internet porque las grandes cadenas de almacenes se niegan a venderla.
Fue inventada por ingenieros españoles bajo la dirección de Benito Muros, un piloto aficionado graduado en administración de empresas. Todo empezó en 1999 cuando Muros hizo una visita a la estación de bomberos de Livermore, en California. Allí quedó maravillado viendo una bombilla que lleva más de 100 años encendida sin interrupciones. Esta historia lo inspiró.
La bombilla tiene los mismos componentes de una lámpara corriente de los tiempos de Edison. La fábrica que la produjo ya no existe. Cuando la encendieron por primera vez, hace 118 años, los bomberos todavía se transportaban en coches tirados por caballos.
Los bomberos no se percataron de su valor histórico hasta 1972, cuando un periodista escribió un reportaje con testimonios de viejos pobladores de Livermore que sabían su historia. Luego, especialistas de General Electric certificaron su fecha de fabricación. La noticia apareció en los periódicos. Hoy, la bombilla es la principal atracción turística del pueblo y se puede ver en directo, día y noche, por internet. Desde que la imagen empezó a ser transmitida, se han dañado dos cámaras de video. Mientras tanto la bombilla, fabricada con tecnología de hace más de un siglo, sigue alumbrando.
“Entonces comencé mi lucha contra la obsolescencia programada, como forma de cambiar el modelo económico actual, basado en el crecimiento permanente, en la fabricación de objetos de desecho, en el aprovechamiento irracional de los recursos naturales y el capitalismo más salvaje”, dice Benito Muros.
Su lucha se comprende con la historia de la fabricación de bombillas. Las primeras que se vendieron duraban 1.500 horas. En 1924, gracias a los adelantos técnicos, alcanzaban las 2.500 horas. Pero a partir de 1925, sus fabricantes pensaron que un artículo que no se desgasta es una tragedia para los negocios. Necesitaban que la gente comprara bombillas con más frecuencia. Entonces crearon el Comité de las 1.000 horas, el primer cartel para controlar su producción. Las bombillas dejaron de durar tanto tiempo: fueron las primeras víctimas de la obsolescencia programada.
En dos años, la vida útil de los bombillos pasó de 2.500 a 1.500 horas. En 1940, un bombillo duraba 1.000 horas. Luego se patentaron 12 nuevas lámparas más eficientes, entre ellas una que duraba 100.000 horas, pero ninguna llegó a ser producida en serie porque los grandes fabricantes se opusieron.
En 2012, Benito Muros decidió crear, con 22 ingenieros, una fábrica de lámparas aplicada a la tecnología led y produjo el primer prototipo de la bombilla Vida. Sus componentes electrónicos provenían casi todos de la industria aeronáutica. La bombilla ahorra un 92 % de energía respecto a las bombillas incandescentes y un 68 % respecto a las de bajo consumo.
Entonces sucedió algo inesperado: tanto él como su familia fueron amenazados de muerte y durante algún tiempo tuvieron que ser protegidos por la policía. Su producto y su empresa fueron difamados y la comercialización de la bombilla fue saboteada. En 2014, Amazon empezó a venderlas, pero luego las sacó de sus catálogos.
Sin embargo, la empresa de Benito sobrevivió. Hoy vende bombillas en cantidades reducidas porque fabrica lotes pequeños, pero ellas comienzan a instalarse en muchas poblaciones de España. Y, además, produce lámparas para iluminar túneles con tráfico de vehículos intenso, para iluminar bodegas industriales y para alumbrar parques, vías urbanas y autopistas. ¡Larga vida a las lámparas de Benito, que duran toda la vida!.