Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
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La breve referencia puede servirles de guía en estas noches, como buen recurso para oír algo distinto de las explosiones en el vecindario de la ciudad o del campo.
Por Juan José García Posada - juanjogarpos@gmail.com
Las películas de Navidad que en estas noches alcanzamos a ver tienen casi todas el nosequé del arte y de la buena literatura. No faltarán quienes las glosen porque encierran sentido comercial. Allá los críticos. Lo cierto está en que reúnen elementos de belleza estética, musicalidad sugestiva y relato que activa la actitud fraternal. Buenos directores y actores garantizan producciones apropiadas como preludio apacible de las jornadas que vienen. Portan un mensaje bondadoso que nada tiene que ver con la estridencia insoportable de la anacrónica temporada navideña que empieza desde octubre. Es buen cine, marca un contraste edificante y una buena incitación a comprender el significado espiritual de las jornadas.
Ese significado lo han alentado tres corrientes tradicionales, la de los que le rezan a San Nicolás, la de los seguidores de los Reyes Magos y la de los que nos resistimos a aceptar que dizque no era el Niño Jesús el que traía los regalos, que me causó justa reacción cuando fue un primo muy recordado el que pretendió semejante atentado contra el derecho a la inocencia. En cada una de las películas navideñas evoco aquellas tardes y noches de la niñez y muy en especial el día más largo del año, el 24 de diciembre.
Conocí hace unos cincuenta años al San Nicolás, sucesor de su homónimo, el obispo de Bari. Nos visitó una tarde en la redacción de El Colombiano y me obsequió un bolígrafo como souvenir. Andaba cargado de regalos que repartió entre niños de un sector marginal de Medellín. En la página de historia de National Geographic dice: “El origen histórico de Santa Claus es un personaje que existió, realmente, un obispo de origen griego que vivió durante los siglos III y IV: Nicolás de Bari, conocido tras su santificación como San Nicolás. Se ganó la estima de la gente por repartir su riqueza entre los pobres y necesitados”. El que nos visitó en el periódico era continuador de esa tradición.
Casi del mismo modo que desempacamos el pesebre y sus figuras constitutivas como las casas, las ovejas, el lago y los encerados, además del árbol y los adornos, las instalaciones de bombillos y los otros componentes de la decoración adecuada para el interior hogareño, así también desde hace algunos años volvemos a desempolvar las películas almacenadas en las plataformas de cine. Se disfrutan momentos gratos por apacibles, en los que no faltan el cascarrabias señor Schrooge del Cuento de Navidad de Dickens; el malévolo aguafiestas Grinch, representado por nadie menos que Jim Carey; Klaus y el cartero amigo del talabartero misterioso que hace juguetes; Mi pobre angelito, el niño que en Navidad defiende su casa de los ladrones; Elf el duende y la vida de un huérfano criado por Santa Claus. En fin, la breve referencia puede servirles de guía en estas noches, como buen recurso para oír algo distinto de las explosiones en el vecindario de la ciudad o del campo.