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Por Juan David Escobar Valencia - opinion@elcolombiano.com.co
Hace 5 años estábamos encerrados, buscando alcohol y mascarillas, intentando comprar comida al escondido o en línea, evitando a otros, disputando padres e hijos la insuficiente capacidad de internet para intentar trabajar y estudiar, sospechando que la tos propia o de algún familiar era el fin o la búsqueda de los también insuficientes respiradores y UCI´s de los hospitales, discutiendo si la pandemia era un problema “económico o sanitario”, y pensando en la muerte más de lo que un colombiano de mi generación estaba acostumbrado.
Mientras quería creer que seguía enseñando y los estudiantes aprendían supuestamente al otro lado de la pantalla, escribí en 2020 que si salíamos de esta crisis sería un error imperdonable como sociedad no aprender o recordar ciertas cosas que la cotidianidad había invisibilizado.
Mencionaré unas para ver si asimilamos algo, o seguimos siendo idiotas. Señalé que no necesitábamos más pruebas para aceptar que el mundo se había vuelto chinodependiente y era necesario repensar las cadenas logísticas, construyendo otras complementarias y alternativas a la que pasa todo por China. Recordé que cuando la sociedad está bajo amenaza existencial, si no somos miopes y/o estúpidos, debíamos revalorar la importancia de tres grupos esenciales que damos por sentado que existen y por ello los olvidamos: las fuerzas de seguridad, los campesinos y el personal sanitario.
De estos tres, por la proximidad del riesgo, aplaudimos desde los balcones a los héroes del sistema de salud que en jornadas desquiciadas arriesgaban sus vidas dentro y fuera de los centros médicos. Recuerdo una estudiante que trabajaba en un hospital, con una hija recién nacida, diciéndome que no había podido entregarme su tarea porque su esposo estaba infectado y los vecinos estaban atacándolos físicamente para que se fueran del edificio. Los aplaudimos hasta que llegó la vacuna y luego volvimos a olvidarnos de ellos, de sus esfuerzos y sus injustas remuneraciones. De los campesinos que siguieron sembrando y cosechando alimentos, nadie dijo nada porque como están tan lejos, se confunden con el paisaje; y la fuerza pública a quien tanto odia este gobierno, por las mismas razones que los campesinos, no recibieron ni aplausos.
¿Y 5 años después qué hemos hecho?
Del rediseño de las cadenas logísticas, seguimos considerando que es “pesimismo” pensar en ello, y lo que hicimos fue alargarlas con el cuento de “China+1”. Pero lo más triste es que a los tres grupos de héroes no solo no los recompensamos, sino que están peor que antes por culpa de este gobierno destructivo. Los campesinos volvieron a levantarse y acostarse diariamente entre las balas de los grupos narcocriminales que el gobierno aliado insiste que quieren “negociar”. La fuerza pública, enemiga física y conceptual de los que ahora desgobiernan al país, está siendo esquilmada día a día y la tienen esposada para que no moleste a los delincuentes que la única paz que buscan es la de traficar y matar libremente. Y el valioso personal sanitario ahora no sabe cuántos días estará empleado viendo que el gobierno destruyó el sistema de salud y todos los días se cierran hospitales, no hay medicamentos, y ya diagnosticaron que el sistema sanitario, así como el energético, tiene una enfermedad terminal inducida.