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Por Juan Carlos Garzón Osorio - opinion@elcolombiano.com.co

Apagones eléctricos: una amenaza latente para Colombia

Que no tengamos que quedarnos a oscuras para entender el valor de la energía. La energía es invisible... hasta que falta.

hace 4 horas
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  • Apagones eléctricos: una amenaza latente para Colombia

Por Juan Carlos Garzón Osorio - opinion@elcolombiano.com.co

Por años, los apagones eléctricos se han asociado con países de infraestructura deficiente. Sin embargo, los recientes cortes masivos en España, Portugal y Chile evidencian que incluso sistemas eléctricos avanzados pueden fallar. ¿Está Colombia preparada para enfrentar un evento similar? Aunque contamos con herramientas técnicas y operativas, el riesgo es real. La pregunta no es si puede pasar, sino cuándo y cómo lo enfrentaremos.

Un apagón no es solo la ausencia de luz. Se trata de una desconexión súbita y generalizada del suministro eléctrico que puede durar minutos o días, afectando servicios esenciales, industria, salud y telecomunicaciones. Las causas son múltiples: fallos en generación, sobrecargas, errores humanos, fenómenos climáticos extremos o inestabilidad en interconexiones internacionales.

El sistema eléctrico colombiano opera con un equilibrio muy delicado entre oferta y demanda. Cualquier desbalance —como la salida inesperada de una unidad generadora— puede desencadenar una reacción en cadena. Entre abril y mayo de 2025, varias unidades generadoras salieron de servicio, provocando caídas en la frecuencia del sistema cercanas a los límites de seguridad.

Afortunadamente, el país cuenta con mecanismos de protección. El Centro Nacional de Despacho (CND) supervisa el equilibrio del sistema y lidera los protocolos de recuperación como el “black start” o arranque en negro, diseñado para restablecer el suministro desde cero. Las centrales hidroeléctricas como Hidroituango son clave en este proceso, por su capacidad de arranque rápido.

Además, existen herramientas como la Regulación Automática de Generación (AGC), estabilizadores de frecuencia (PSS/SPSS), compensadores de energía reactiva (PV-STATCOM) y dispositivos de protección automatizados (IEDs, SCADA, relés y breakers). Estos sistemas ayudan a contener eventos transitorios y prevenir fallos mayores.

Pero tener una red técnicamente equipada no nos hace invulnerables. Los eventos en Europa y Sudamérica muestran que incluso los sistemas más sofisticados pueden fallar cuando coinciden factores como alta penetración de renovables intermitentes, cambios climáticos abruptos o interconexiones internacionales inestables.

El verdadero reto para Colombia es anticiparse. Es urgente modernizar y descentralizar la infraestructura eléctrica, diversificar la matriz energética, adoptar redes inteligentes (smart grids), gestionar mejor la demanda y promover el uso eficiente de la energía.

También es clave el desarrollo de comunidades energéticas que integren generación distribuida, almacenamiento con baterías (BESS), microrredes y fuentes renovables. Estas soluciones fortalecen la resiliencia del sistema y acercan la energía a las comunidades.

Finalmente, el país necesita una estrategia nacional de educación energética. Ciudadanos, industrias y gobiernos deben comprender cómo funciona el sistema, por qué es vulnerable y cuál es su rol en su sostenibilidad.

Un apagón no es solo un fallo técnico: es el reflejo de cómo una sociedad gestiona sus recursos y se prepara para lo inesperado. Colombia no está exenta, pero aún está a tiempo. Que no tengamos que quedarnos a oscuras para entender el valor de la energía. La energía es invisible... hasta que falta.

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