Pico y Placa Medellín
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Por José Guillermo Ángel R. - memoanjel5@gmail.com
Estación Radio Bolivariana, a la que llega gente (local, nacional e internacional) que busca estar mentalmente en orden y quiere saber de la historia que nos toca (la más cercana y con identidad), de los cielos que nos ven y dicen que no estamos solos en el universo, de la música en todas sus categorías (clásica, de grandes orquestas y cantantes, bella, melódica y armónica) para imaginar sin miedos, de la gran literatura (leída y comentada) que enseña hasta donde llega el lenguaje cuando las palabras son correctas y lo que mencionan está claro, de conceptos filosóficos y teológicos que dan respuesta a cuestionamientos complejos, de ética y la manera en cómo nos humaniza, de cómo se conversa y se aprende entre varios. En fin, la cultura (esto que ha creado el hombre para entender el mundo) tiene su mejor medio a través del sonido (a no más de 55 decibeles), pues es lo último que olvidamos, lo que más impacta y, si está en orden, lo que después se canta y permite conversar, porque el oír bien y entender lo que se dice crea lo que Elías Canetti llama El testigo oidor: el que oye, aprende y mira con inteligencia.
En Días de radio, Woody Allen (que también es saxofonista) le hace un gran homenaje a las Big-Bands (piano, clarinete, percusión debida, solos en trompeta, apoyos con violín etc), demostrando que de una buena emisora (de sus programas) salen el guion para una buena película o reflexiones como las de Ernst Jünger en la Tijera o novelas como El juego de Abalorios de Hermann Hesse. Y este papel, el del sonido que lleva a hacerse buenas preguntas, todavía lo ejercen las emisoras culturales, que cumplen con la tarea que el Estado está olvidando: educar a todos los ciudadanos a cualquier hora.
En este momento de contaminación sonora, de luchas por el mercado usando lo que sea, de mentiras e ideologías extremas, de libertad de expresión que es libertinaje, el papel de las emisoras culturales (así lo dice Henry Estrada Galeano, director de Radio Bolivariana) es hacer la resistencia, creer en los humanos y darles lo mejor para que esa humanidad se manifieste en un óptimo uso de los sentidos, el del oído que aprende y reflexiona y el de la boca (el máximo tacto) que habla y construye. Lo demás viene por añadidura. Y en este hecho placentero de escuchar lo mejor, el mundo está completo y complementa la vida.
Acotación: el próximo jueves 20 de marzo, el Concejo de Medellín le hace un gran reconocimiento a Radio Bolivariana. Su programación, sus realizadores, la dirección y operarios, la han convertido en una universidad abierta, en un centro de conocimiento que llega a todos y regala cultura a quien la escucha. Siendo la cultura el muro contra el miedo. Ernesto Sábato tenía razón: los seres que saben oír son los únicos libres.