viernes
8 y 2
8 y 2
Los escándalos de la familia presidencial –hijo y hermano del presidente haciendo picardías y diabluras con dineros de dudosa procedencia– coincidieron con el duro jalón de orejas que le dio Joe Biden, patrón de patrones, a Gustavo Petro. Aquel, ante el Congreso estadoudinense, le reclamó a este mayor acción en la lucha contra la producción de cocaína, que tiene invadido a los Estados Unidos, al aportar el 97% del total de la droga que penetra en territorio gringo. Las fisuras entre Washington y Bogotá comienzan a agrandarse.
Mientras el presidente de los EE.UU. ponía el grito en el cielo, el escándalo aumentaba por el secuestro en el Caguán de 70 policías y el asesinato de un teniente, delitos que el gobierno ha querido minimizar con el eufemismo de que fue un bondadoso “cerco humanitario”. Era abominable delito con repercusiones internacionales. Y el panorama nacional se oscurecía más cuando el analista de Los Andes, Daniel Mejía, le daba razón a Biden al estimar no solo que la siembra de coca aumenta sino que es tanta la influencia del narcotráfico en Colombia, que ya aporta en ella el 4.5% del PIB.
Dicen informes recientes de organismos internacionales que la productividad en el cultivo de la hoja de coca en Colombia ha aumentado. Y en América Latina, según El Universal, de México, “el lavado de recursos económicos provenientes del narcotráfico es más alto que la inversión externa que recibe la región. Esta inversión creció el año pasado por encima de los 134.000 millones de dólares”. Con esa cifra se podrá calcular hasta dónde llega el poder económico de los grandes carteles de la droga. Es el enorme músculo financiero para llenar las ambiciones y bolsillos de los que ostentan los poderes nacionales que se mueven a través de los dineros sucios que se lavan y legitiman en los multimillonarios negocios.
La lucha contra la droga ha sido un fracaso. El mismo gobierno colombiano reconoció que en el mes de enero de este año “no se erradicó ni una hectárea de coca”. Se sigue produciendo, “para atravesarla por Venezuela, hacer escala en México y seguir a los Estados Unidos”.
La producción mundial de cocaína se calcula que supera las dos mil toneladas año. Colombia aporta cerca del 60% en la fabricación del alcaloide. Ha incrementado no solo su productividad sino su participación en el negocio. Se ha vuelto eficiente en esta actividad delictiva y ratifica el deshonroso título, según el diario El Universal de México, “de ser el mayor productor de coca”.
A todo este sombrío panorama ético y hasta penal a Petro se le suman unas encuestas desfavorables. Cerca del 70% de la opinión expresa que el país va por mal camino y la imagen presidencial cae en picada. Realidad agravada por la contabilidad que señala que 14 mil hombres en armas desafían hoy al Estado.
Pero en Colombia todo lo que pasa con los escándalos se politiza, para quedar en la impunidad. Aquí todo es grave y nada es serio.