Humberto Montero

Trump se ha quedado sin hielo

Groenlandia es el territorio con el deshielo más acelerado del planeta, lo que liberará a la explotación uno de los reservorios de minerales críticos y tierras raras más grande del mundo.

09 de enero de 2025

Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es

Donald Trump no es santo de mi devoción. Como azote de la “izquierdita” de salón, la que se llena los bolsillos vendiendo medidas que a ellos no aplican, tiene un pase. Retóricamente, es necesaria su vehemencia chabacana, malhumorada y vacía, de altura intelectual para frenar a la pléyade de vividores que aplauden las dictaduras de Cuba y Venezuela, a Putin y a todos los matones anti-gringos. Esos que vuelan en jet privado mientras nos piden comprarnos un coche eléctrico porque somos unos cerdos consumistas que atufamos la Tierra.

Una cosa es que la estulticia siniestra reciba igual respuesta ante tanta polarización de “flashes”, tuits vacíos de contenido y debates estériles sin argumentos que duran un estornudo y otra que nos dejemos arrastrar al fango. Pretenden convencernos de que el mundo gira sin reflexionar ni dialogar y que tenemos que vivir sin un debate profundo, aborregados por tiktoks y otras memeces. Por eso merece la pena comprender qué pretende Trump amenazando con la fuerza a Groenlandia o Canadá.

Trump ya puso en el punto de mira al territorio autónomo que aún forma parte de la corona danesa en su anterior mandato. Ahora vuelve a la carga y también quiere anexionarse Canadá, a la que ha amenazado con freír a aranceles. Trump ha mandado a su hijo Donald Jr. a comprar voluntades a lo bestia. Al margen de la broma de rebautizar el nombre del Golfo de México por Golfo de América, algo que le servirá de poco porque es cuestión de tiempo que Estados Unidos acabe hablando español por sus cuatro costados, la presión sobre Groenlandia no es para tomársela a la ligera. Recordemos que EE. UU. se comió de un bocado el 55% del territorio que México se quedó del Virreinato de la Nueva España apenas 27 años después de su independencia. Un despropósito que podría repetirse con Groenlandia.

¿Para qué quiere Trump el territorio ártico? ¿Para sustituir la sanidad y educación pública universal heredada de Dinamarca, uno de los países con mayores estándares de vida del mundo? ¿Para mejorar sus pensiones? Va a ser que no.

¿Para qué querría Trump un territorio cubierto en un 84% por una capa de hielo que llega hasta los tres kilómetros de espesor? ¿Para ponerse cubitos polares en el gin-fizz en Mar-a-Lago?

Groenlandia es el territorio con el deshielo más acelerado del planeta, lo que liberará a la explotación uno de los reservorios de minerales críticos y tierras raras más grande del mundo. El calentamiento es cuatro veces más frenético allí. Pierde 300 gigatoneladas de hielo al año, según un estudio del español CSIC. Eso facilita la extracción de uranio, oro, níquel, cromo, platino, zinc, plomo, diamantes, paladio, cobalto, plata... Además, Groenlandia posee las deseadas tierras raras, hasta el 10% de todas las reservas mundiales. Con todo ello, comprándose uno a uno a los 50.000 habitantes de la isla, EE. UU. podría plantar cara a China, que controla casi el 90% de las materias primas necesarias para las nuevas tecnologías y la electrificación. EE. UU. ya tiene una base militar en Thule, en el norte, y aunque la Unión Europea también ambiciona un acuerdo con Groenlandia, lo cierto es que la explotación de estos minerales sería a cielo abierto, lo que implica minería de gran impacto, algo que a EE. UU. no le preocupa. El deshielo también coloca a Groenlandia como referencia en una ruta comercial transpolar cada vez más utilizada. Un nuevo El Dorado sobre el que pujan muchos jugadores a los que poco les importan los groenlandeses, las focas o los bancos de peces.

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