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Suicidio por simpatía

Trump ha vuelto a autorizar la perforación de gas y petróleo en una superficie marítima equivalente a todo el Mediterráneo, 2,5 millones de kilómetros cuadrados en el mar de Bering, el golfo de México y los océanos Pacífico y Atlántico.

06 de marzo de 2025
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  • Suicidio por simpatía

Por Humberto Montero - hmontero@larazon.es

La política es la ciencia del bien común, la más compleja y alta de todas, aseguraba Aristóteles. En ella no deberían de caber las ambigüedades y, mucho menos, las mentiras. Pero tan culpable de una gestión nefasta es quien la diseña y ejecuta como quien la apoya con su voto. Somos responsables de nuestro presente y futuro, no los políticos a quienes deberíamos elegir con un profundo conocimiento de lo que hacemos.

En este contexto, llama la atención los contrasentidos en dos materias cruciales de la nueva Administración Trump. Porque en el caso de los aranceles, se gestiona con las luces largas mientras que con la energía se hace con las cortas. Me explico.

El secretario de Comercio estadounidense, Howard Lutnick, reconoció esta semana que los aranceles a las importaciones de México, Canadá y China -que entraron en vigor el pasado martes- afectarán a los precios al consumidor a “corto plazo”, pero traerá beneficios a largo plazo para los estadounidenses.

“La gente se preocupa por el corto plazo, pero vamos a crear empleo y a traer una cantidad de producción de vuelta a EE UU como nadie ha visto antes”, dijo Lutnick.

Todas las importaciones de México y Canadá estarán ahora gravadas con unos aranceles del 25 % a excepción de las compras de productos de hidrocarburos canadienses, que tendrán un 10% extra.

Dos grandes minoristas gringos, Target (supermercados) y Bestbuy (electrodomésticos) advirtieron de que la guerra comercial afectará a sus resultados y se traducirá en un aumento de costes que acabará repercutiendo en los precios al consumidor. La gran banca estadounidense y las empresas financieras también alertaron de las consecuencias inflacionarias de este movimiento.

Mientras esto sucede, Trump ha vuelto a autorizar la perforación de gas y petróleo en una superficie marítima equivalente a todo el Mediterráneo, 2,5 millones de kilómetros cuadrados en el mar de Bering, el golfo de México y los océanos Pacífico y Atlántico.

Y es que, en el asunto energético, Trump se rige por el corto plazo sin preocuparse por el futuro. Ahí si vale circular con luces cortas.

Leo que de los 180 mayores productores mundiales de petróleo, gas, carbón y cemento -principales impulsores de las emisiones de carbono y del cambio climático- desde 1854 hasta 2023, 169 continúan activas y 11 ya no existen.

93 de las compañías incluidas en Carbon Majors, una base de datos histórica, incrementaron sus emisiones en 2023. Más del 50% de esos gases que calientan la Tierra están vinculados a solo 36 empresas, según el laboratorio de ideas británico InfluenceMap. Aunque es cierto que las empresas chinas produjeron un 23% de las emisiones globales de CO2 procedentes de combustibles fósiles y cemento, retomar la senda contaminante no parece la mejor opción. El suicidio por simpatía es una estupidez que va en contra de la política, entendida como el bien común.

Y es que, aunque la lista de empresas líderes en emisiones la encabezan las estatales -con la petrolera Saudi Aramco (4,38% del total), seguida del gigante del carbón Coal India (3,68%), la china CHN Energy (3,65%), la china Jinneng Group (2,92%) y la National Iranian Oil Company (2,75%)- también las corporativas tienen parte de la responsabilidad.

Los cinco mayores emisores privados aglutinaron un 4,87% de las emisiones mundiales de CO2 en 2023, concretamente ExxonMobil (1,28%), Chevron (1,09%), Shell (0,92%), TotalEnergies (0,82%) y BP (0,76%). Todas ellas son americanas o europeas y todas han frenado sus planes de transición hacia fuentes verdes con la llegada de Trump. Nosotros somos los responsables.

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