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¿Conversamos sobre las razones para la gratitud? Miremos nuestro camino para celebrar la dicha de estar vivos y trabajar en estos tiempos convulsos y estas tierras paradójicas.
Por David Escobar Arango* - david.escobar@comfama.com.co
Querido Gabriel,
Este año he repetido frecuentemente aquel verso de Rilke que me mandaste cuando me aplastaba el dolor de la derrota: “Lo importante es lo difícil”. ¡Cuánta razón tenías, hermano de mi corazón!
Los años más hermosos deben terminar con gratitud, los más duros igual, aunque uno no sepa aún muy bien por qué da las gracias. Si, además, en el mismo periodo tuvimos lo más bello entrelazado con lo más difícil, tendremos doble motivo para agradecer. Te escribo antes de irme unas semanas. Buscaré un refugio para leer, caminar y pensar, ¡también para dejar de pensar! Necesito abrazar a la familia, deseo sentir el sol y el viento, estar en las montañas, bañarme en quebradas y contemplar el ancho mar; la distancia es clave para ganar perspectiva. ¿Conversamos sobre las razones para la gratitud? Miremos nuestro camino para celebrar la dicha de estar vivos y trabajar en estos tiempos convulsos y estas tierras paradójicas.
Demos gracias por la humanidad, que el mismo año en que se enfrenta a una nueva guerra fría y a los conflictos en Ucrania y el Levante, acelera la inteligencia artificial que expande nuestra mente y transformará para siempre nuestra vida. Agradezcamos porque esta misma especie que llevó el Planeta a temperaturas récord, parece que será capaz de quebrar la tendencia del cambio climático con la COP28 y el avance inverosímil de las nuevas fuentes de energía.
Demos gracias a Colombia y su democracia sólida, a sus instituciones capaces de dialogar y contener. Esta patria (matria, dice un maestro) nos enseña la fortaleza a partir de la dificultad, la paciencia para lidiar con la polarización, el valor del trabajo gracias a la crisis y la persistencia ante la incertidumbre. Somos un país que oscila entre la debacle y la esperanza, pero elige invariablemente la última, somos tozudos.
Demos gracias a Medellín y Antioquia porque se mostraron posibilistas y dignos. Agradezcamos a sus organizaciones sociales que lucharon contra la corrupción y trabajaron por el brillo de la esperanza en la mirada de los jóvenes; a los héroes de la cultura que nos siguen mostrando que crear es el mejor remedio contra el dolor, el desánimo y la fealdad; a las estoicas empresas que siguen imaginando el futuro.
Desde mi corazón - recordar y corazón comparten etimología- agradezco por el llanto y por la risa, por los amigos y los malquerientes. Siento gratitud ante las críticas que cuestionan y los reconocimientos que oxigenan. Doy gracias por los abrazos oportunos, por el amor y el desamor, por el azar y la música, por los fracasos que son lecciones, por el sueño sanador y los trasnochos con los amigos, por los frutos de la naturaleza que nutren cuerpo y espíritu, por los mentores que acompañan y los niños que preguntan.
Hagamos en enero una tertulia agradecida que comience leyendo a Girondo y su poema Gratitud: “...Gracias a los racimos / a la tarde, / a la sed / al fervor / a las arrugas, / al silencio / a los senos / a la noche, / a la danza / a la lumbre /a la espesura (...) por el absurdo de hoy / y de mañana, / desazón / avidez / calma / alegría, / nostalgia / desamor / ceniza / llanto”. Gracias por tu compañía, amigo mío, lector de estas cartas embotelladas y arrojadas al mar con la ilusión de tocar, aunque sea, un corazón.
* Director de Comfama