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Por esta época de elecciones, está de moda hablar de “darles oportunidades a muchos jóvenes”. Esa es la solución que plantean los candidatos para el tema de seguridad, desarrollo económico y empleo, salud y prevención de adicciones, y sirve hasta para remedio. En ningún caso quiero desvirtuar el papel de la educación para impulsar la movilidad social y generar desarrollo social y económico. Sólo me interesa aportar una visión objetiva frente a la solución retórica que siempre se vende.
Para empezar, no les están dando oportunidades a los jóvenes. Están dando opciones y oportunidades al desarrollo económico de toda la sociedad en general. Ante las actuales cifras de envejecimiento poblacional reveladas por el último censo del DANE, donde 38 de cada 100 habitantes de Medellín se encuentran en edad laboral. ¿Con qué plata vamos a pagar las pensiones de los adultos mayores, si los jóvenes no tienen empleos formales, ni bien remunerados, como son los empleos de una persona con educación? ¡Sí a la educación para la movilidad social, pero hay que superar “el cuento de dar oportunidades”, porque más que para los jóvenes, las oportunidades son para la sociedad en general¡
¿Será que no hay oportunidades en educación para los jóvenes de la ciudad o será que el problema es mucho más profundo?¿Será que todos como sociedad tenemos alguna responsabilidad, y no es una cuestión simplemente de culpabilizar al gobierno con el tema de la educación?
Según el Diagnóstico Educativo 2018 de la Secretaría de Educación de Medellín, “la tasa de asistencia escolar para la población entre 5 y 16 años de edad de la ciudad de Medellín y el Área Metropolitana para el año 2017 es de 95,48%”. Eso es primaria y bachillerato. Para estudios técnicos, tecnológicos y universitarios, tengamos en cuenta sólo el dato de Sapiencia, la Agencia de Educación Superior de Medellín, que ha entregado más de 10.000 becas para que jóvenes de los barrios más vulnerables de Medellín puedan adelantar cursos en tecnologías en instituciones de educación superior públicas.
¡O sea que sí hay oportunidades!
Otra falacia es que los jóvenes van a los “combos o la delincuencia por la falta de oportunidades”: a lo que la propuesta es educación. Según estadísticas oficiales, en 2018 había 60.000 jóvenes en Medellín en riesgo de entrar a ‘combos’”. “De ese número, 4.800 están muy cerca de ser reclutados”. Programas como “Jóvenes R” y “Parceros”, de la Alcaldía, muestran que más allá de impartir educación técnica o abrir oportunidades para formarse técnicamente en un oficio o profesión, en cuestión de jóvenes en condiciones de vulnerabilidad lo más importante es empezar por el afianzamiento de habilidades socioemocionales o habilidades para la vida. Muchos de estos jóvenes provienen de familias y de entornos disfuncionales, y les falta referentes positivos para guiarnos en la toma de decisiones. ¡El problema es muy complejo y se requieren de otras opciones que acompañen a la labor de la educación!
Además, no tiene sentido pretender que todos los jóvenes tienen que estudiar en la universidad. Hoy en día, con el avance del conocimiento y la educación, el nuevo formato, carece de sentido pretender que todos los jóvenes tengan una trayectoria desde el colegio hasta la universidad. Según cifras de 2018 del Ministerio de Educación Nacional, el sistema universitario cuenta con 38.000 estudiantes menos que en 2017.
Entonces, ¿Qué hacer en materia de generación de oportunidades para los jóvenes de la ciudad de Medellín?
Acompañar la generación de oportunidades educativas, de habilidades socioemocionales que les permitan crear las oportunidades de desarrollo social y económico para su círculo familiar y ellos mismos. Eso requiere habilitar a toda la sociedad para que se integre en torno de la inclusión social y económica de los jóvenes.
¡Sí a la educación: pero más que cuestión de tablero y tiza, es necesario formar el ser para hacer!