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A punta de dedos tiene al país en una tensión absurda de discusiones tan macondianas como dañinas. Petro, semejante personaje de izquierda, hace lo mismo que Trump, semejante personaje de derecha. ¡Qué paradoja!
Por Juan David Ramírez Correa - columnasioque@gmail.com
Nada sale bien y no sale bien porque nada es claro. No es un juego de palabras es la realidad que vivimos por culpa de un Gobierno Nacional que cree tener un norte claro sin darse cuenta de que no va ni para allá ni para el sur ni el oriente ni occidente.
Apelemos a las referencias deportivas. Como dicen los ciclistas “no hay buenas sensaciones”. La incertidumbre sigue apremiando y mantiene al país sumido en un pesimismo rampante. Que el 72% de la gente crea que esto no va bien es una señal crítica (Invamer Poll octubre 2023) y, ojo, que no es un invento del imperialismo. Es una realidad.
Decía un amigo: “Cuando un presidente maneja el país a punta de X (antes Twitter) algo grave está pasando porque al dueño del perfil lo subyuga el algoritmo y los dedos incontrolables”.
Eso es lo que está pasando en Colombia. Petro hizo de esta red un fortín propagandístico, reduccionista y sembrador de absolutos, donde se “premian los exabruptos y castiga la reflexión”, como bien lo dice Francesco Manetto, editor de El País Américas.
A punta de dedos tiene al país en una tensión absurda de discusiones tan macondianas como dañinas. Petro, semejante personaje de izquierda, hace lo mismo que Trump, semejante personaje de derecha. ¡Qué paradoja!
El mejor ejemplo de esto es el reguero de mensajes sobre la guerra entre Israel y Hamás. Por encima de rechazar el terrorismo como método de actuación, Petro asumió una defensa acérrima del grupo terrorista con un tufillo antisemita disimulado en un lenguaje de intelectual experto en geopolítica cargado de imprecisiones conceptuales frente a un conflicto milenario que indexa geografía, religiones, raíces antropológicas, política, en fin, lo que usted quiera, pero, sobretodo mucho dolor.
Vuelve y juega, reduccionismo absurdo cargado de sesgo ideológico y por qué no, de afirmaciones irrespetuosas, todo por la búsqueda de un efecto ego medible en cantidad de aplausos y abucheos. ¿Será que desde su lógica de gran estadista quiere fungir de estratega geopolítico con capacidad de ver las estratagemas globales que nadie ha visto? En tanto se rebusca la respuesta a esa pregunta, Colombia quedó en la caldera de los impasses diplomáticos por la opinión de su presidente, tirando al trasto un historial de correcta y prudente política exterior.
Mientras tanto cientos de cosas para nada halagüeñas siguen pasando en esta tierra. La producción industrial tuvo una caída interanual de 8,6% y el comercio 10%, la situación de orden público sigue siendo un coco, una crisis energética asoma la cabeza, en fin, son tantas cosas...
¿Con esas dinámicas es viable así nuestro país? De nuevo, las sensaciones no son buenas, pero algunos creemos que las cosas se pueden encauzar a fuerza de lidia gracias a la surreal capacidad de Colombia para apegarse a las libertades y a la democracia. Ojalá llegue pronto para superar la inverosimilitud de estadistas que la están llevando a ser inviable.