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Columnistas | PUBLICADO EL 25 enero 2023

Elecciones regionales

Petro se jugará a fondo, a través de coaliciones que tienen su raíz en el Congreso, para mantener el dominio de las tres grandes capitales colombianas: Bogotá, Medellín y Cali.

Por Alberto Velásquez Martínez - redacción@elcolombiano.com.co

La política se calienta a medida que los candidatos a gobernaciones y alcaldías van entrando al coliseo. Será una lucha apasionada, en un campo lleno de rencores, tachonado de problemas sociales y con una endeble seguridad ciudadana, que empeora en los años electorales.

Bogotá, Medellín, Cali, son las arenas de lucha preferidas por los aspirantes para ganar las alcaldías. Las tres están hoy en manos de la izquierda populista, todos bastante cercanos al gobierno Petro. Este se jugará a fondo, a través de coaliciones que tienen su raíz en el Congreso, para mantener el dominio de las tres grandes capitales colombianas.

Sí debe preocupar al presidente el hecho de que quienes gobiernan hoy a Bogotá, Medellín y Cali, están con calificaciones negativas sobre su gestión. Según la encuestadora Invamer, Claudia López tiene un 60% de desaprobación. El de Cali, Jorge Iván Ospina, está en caída libre con un 75% que reprueba su administración. Y el señor Quintero, en Medellín, muestra un 51% que rechaza lo que viene haciendo y deshaciendo en la capital paisa. Son calificaciones deplorables para la izquierda populista, hecho que pondría en peligro electoral su continuidad en esos cargos, de haber sensatez en las otras opciones que ofrezcan mandatos serios y respetables.

Si los actuales alcaldes de las tres grandes ciudades, para obtener sus victorias aprovecharon las debilidades no solo del gobierno central anterior sino la anarquía de los partidos tradicionales, ahora las paradojas e incongruencias de aquellos burgomaestres, sumados a los desastres del gobierno nacional, le darían municiones efectivas a sus rivales para ganar en las urnas. Mas para lograr ese cambio hay que llegar a acuerdos programáticos de gobernabilidad, dejar las mezquindades y arrogancias y seleccionar candidatos convincentes y preparados para reconquistar las posiciones que se malograron en las elecciones del 2019.

Sabemos que lograrlo no será fácil. Que no hay jerarquías políticas con poder y legitimidad de convocatoria y sí muchos egoísmos en la lucha electoral. Que existen grupos de la sociedad civil interesados en dialogar para aglutinar y llegar a realizar el cambio. Las fuerzas democráticas adversas al actual gobierno tienen que ser conscientes y capitalizar la oportunidad que se les presentan para el triunfo sobre los ahijados de las actuales administraciones regionales, caóticas y pendencieras. Con desprendimiento de las vanidades existe la oportunidad de recobrar lo que se perdió en transparencia y dignidad. Dejar de lado la indolencia e irresponsabilidad con que se juega con las divisiones suicidas.

La dispersión y las vanidades han contribuido a frustraciones y fracasos electorales en lo nacional y regional en los últimos años. Debe sacudirse ya la codicia burocrática como fin único de lucha, así como de los egoísmos y arrogancias, si se quiere tener la fuerza para convocar en los comicios las mayorías necesarias y ganar en las urnas. Tener la voluntad para rechazar las componendas de coaliciones de ahijados a los que hoy gobiernan, así como repudiar los halagos impúdicos de quienes hoy dominan el Estado en todos sus niveles. ¿Se encontrará la voluntad política para construir nuevas e idóneas administraciones?

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