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Varios colegas alumnos en mis cursos de Ética y Periodismo de Opinión me han sugerido que les proponga algunos criterios y elementos para ensamblar un manual frente al asunto actual, inquietante e inevitable, del coronavirus. Como profesor nunca he aceptado competencia para dictar normas. Las estudio, las comento, las acato, las cuestiono si no son aceptables y procuro establecer la conexión necesaria entre el deber ser y la práctica, sobre las bases de la libertad, la autonomía y la responsabilidad social y de una ética mínima, distante de maximalismos ilusorios que dejan sin valor los valores al volverlos inaplicables.
Nada menos, en momentos en que escribía esta columna, sostuve una edificante discusión en facebook con dos estimados colegas con quienes he discrepado desde los tiempos de la Universidad y la Redacción del periódico, siempre y sin excepción en un tono de colegaje y camaradería. Me han parecido librepensadores radicales y hasta irritantes, pero allá ellos con sus puntos de vista. Su trabajo profesional en los campos en que les ha correspondido actuar ha sido serio, consagrado y valioso. Han sabido mantener la línea divisoria entre el servicio periodístico y el modo personal de opinar.
Entre las aproximaciones pertinentes para una propuesta respetable, que pueden localizarse en la internet, encontré algunas claves en las recomendaciones publicadas por grupos como el de la Fundación Gabo y su Red Ética, herencia intelectual del finado Javier Darío Restrepo, que plantea Nueve virtudes del periodismo responsable ante una pandemia. Estas son, en síntesis:
1) Protéjase a sí mismo y a los miembros de la Redacción. 2) Entreviste a expertos de verdad, y a más de uno. 3) Verifique antes de publicar y no sea indiferente ante la desinformación. 4) Evite los titulares alarmistas y el clickbait (explotación sensacionalista de la curiosidad). 5) Piense en los efectos que puede tener la noticia que publicará. 6) Tenga cuidado con las imágenes que utiliza para acompañar su reportaje. 7) Tenga en cuenta que las cifras cambian constantemente. 8) Contrate periodistas especializados en ciencia y salud. 9) Promueva el teletrabajo entre los miembros de su redacción. 10) Procure darle a su reportaje un enfoque de soluciones. (En esta dirección de internet: https://fundaciongabo.org/es/etica-periodistica).
Por infodemia se entiende hoy la información falsa, exagerada. Es otro enemigo tremendo de la humanidad. Más dañino, aún, cuando rehúsa el espíritu de lo razonable y unce a ciertos periodistas al tren fantasma que transporta el virus de la insensatez. Agregaría al primer punto del decálogo anterior: Tal protección incluye la asepsia política y la renuncia al sectarismo infodémico. Juzgo impertinente la descalificación vulgar de la autoridad legítima y la descarada presunción de mala fe en el gobernante, sin argumentos y por meras animadversión e ignorancia .