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Columnistas | PUBLICADO EL 16 febrero 2015

EL PODER Y EL ARTE DE DORAR LA PÍLDORA

  • EL PODER Y EL ARTE DE DORAR LA PÍLDORA
  • EL PODER Y EL ARTE DE DORAR LA PÍLDORA
Porjuan josé garcía posada

juanjogp@une.net.co

A mi modo de ver, este país figura como el más insatisfecho de América Latina frente a la clase política (según la información publicada ayer), porque llega todos los días a la conclusión de que el poder y los políticos manipulan, sesgan, desvían o matizan la realidad de tal modo que nunca responden a las preguntas de los ciudadanos y siempre utilizan el arte malicioso de dorar la píldora, para agrandar verdades a medias, o mentiras completas.

Esa desconfianza se mantiene constante y no solo retrata un momento sino una prolongadísima línea de tiempo. Va extendiéndose frente a todos aquellos (incluidos algunos periodistas) que, por una solidaridad mecánica, de buena fe o por intereses subrepticios, por sectarismo o por cualquier motivo, comparten aquella costumbre torticera de no ir al grano, no coger el toro por los cuernos, no enfocar las respuestas verdaderas y, en cambio, buscar la ocultación de las realidades, en la creencia de que así favorecen el ejercicio del poder y tapan un disparate propio con algún error ajeno, un escándalo con una escandola mediática, una investigación con otra maroma, una denuncia con una hábil estratagema para distraer la atención pública.

Cuando la gente ha ganado en capacidad de lectura y comprensión de los hechos, ha mejorado su perspicacia para interpretar lo que le dicen y lo que pasa, deja de tragar entero, sabe criticar y no es tan ingenua como la pintan desde las alturas del poder, aparecen entonces resultados como los del estudio del mencionado Instituto Pew, o de Gallup y otros centros que sondean la opinión pública. No nos sorprenda si la gente de Colombia está entre la más desconfiada del planeta, aunque en la clase política sigan actuando con insólita contumacia.

Los ciudadanos tenemos cada día más preguntas sin respuestas y más incógnitas. A las que se hayan hecho en estos días agrego estas, como ejemplo: ¿Quién responderá por la garrafal equivocación de lanzar un costoso plan de emergencia para afrontar un falso Fenómeno del Niño? ¿No demuestra ese dislate el desdén oficial por la ciencia y el afán por anticipar voces de alerta erróneas? ¿Por qué en los círculos capitalinos se cuestiona a un expresidente que fue capaz de ir a Caracas a señalar las arbitrariedades del régimen y en cambio se guarda silencio con otro que visitó al cuestionadísimo mandatario para ofrecerle un saludo adulador, como si no estuviera recortando libertades y derechos democráticos? ¿Si, por norma constitucional, “la paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”, por qué desde el poder se les pagó a particulares cientos de millones por hacerle propaganda a la paz?

La desconfianza cundirá mientras se acrecienten el poder y el arte de dorar la píldora.

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