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El monstruo

enseña la cara

Cada arenga o saludo que pretenda homenajear ese pasado oscuro y que no sea condenado de inmediato por las fuerzas democráticas es un triunfo para los dementes.

17 de enero de 2024
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  • El monstruo enseña la cara
  • El monstruo enseña la cara

Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com

Un par de centenares de hombres vestidos con camisas negras se reunieron en Roma el pasado 7 de enero para recordar el asesinato de tres jóvenes fascistas ocurrido en 1978. Enfilados en un espacio público, frente a las antiguas oficinas del Movimiento Social Italiano, gritaron sus arengas y realizaron repetidamente el saludo nazi mientras el país observaba con incredulidad. Grupos neofascistas como este deberían ser disueltos según establecen las leyes del país europeo, pero el actual gobierno de ultraderecha de la primera ministra Giorgia Meloni parece mirar a otro lado mientras se normalizan los discursos de odio y se fortalecen sus raíces. El interés de estas colectividades apologéticas es claro: revivir el partido fascista que hace cien años daba sus primeros golpes a la democracia con el liderazgo de Benito Mussolini.

La escena vista en la capital italiana es un campanazo más de la realidad política mundial. Del ascenso del racismo y la xenofobia. Envalentonado por los postulados de partidos radicales de derecha que están en el poder o rondan muy cerca de él, el monstruo del fascismo toma un segundo aire y se normaliza lo que después de 1945 se había vuelto inaceptable. Cada arenga o saludo que pretenda homenajear ese pasado oscuro y que no sea condenado de inmediato por las fuerzas democráticas es un triunfo para los dementes. La extrema derecha que coquetea con ellos los alimenta y su comportamiento expande las fronteras de lo permitido.

En una realidad geopolítica agitada por los conflictos bélicos a gran escala y los radicalismos que dividen internamente a las naciones, los partidos, tanto de extrema derecha como de extrema izquierda, tienden redes con colectividades similares a lo ancho del globo y la influencia de unos invade los discursos de los otros. Lo que se dice en España se repite sin contexto en Colombia. Las consignas que se pronuncian desde Washington tienen un calco pobre en Buenos Aires. El análisis que se sostuvo desde el poder en Brasil o se aplica en El Salvador se replica para encontrar votos en Chile. Es la mezcolanza última de las ideas más pobres y peligrosas. El rompecabezas de los argumentos que se encajan a la fuerza para conseguir el aplauso inmediato.

Ampliados por las redes sociales, los saludos nazis y los cánticos fascistas hechos en Roma llegan hasta nuestras puertas y llenan de valor a nuestros radicales criollos. Vale la pena que todos estemos atentos a las celebraciones y reivindicaciones que hacen los colombianos de aquellos grupos que coquetean con lo más extremo. Vivimos en una nueva paradoja de la historia cuando renacen los viejos monstruos que creíamos sepultados. Un siglo después del infierno que llevó al mundo a su peor guerra tenemos que soportar a los herederos que quieren reescribir la historia, se visten con camisas negras y saludan con la mano derecha erguida. Son una amenaza para todos aún cuando, por ahora, se paran en las calles de Europa.

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