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Como institución, como empresa y sobre todo como causa regional, la Universidad de Antioquia es nuestra corporación máxima. En el debate electoral que terminó ayer se soslayó esa realidad. Quien sea el nuevo Gobernador ha de corregir esa falla reiterada en todas las discusiones. El Alma Mater debemos defenderla, fortalecerla, salvaguardarla frente a todas las amenazas, con el liderazgo de gobernantes y dirigentes y el respaldo de toda la sociedad.
Los que estudiamos y nos graduamos como profesionales en la Universidad, sean cuales fueren nuestros fuertes vínculos afectivos y laborales con otras corporaciones, aprendimos a querer el Alma Mater en su magnificencia y su fecundidad histórica. Más todavía, si esa vocación se nos inculcó desde el hogar y se nos afirmó en el Liceo Antioqueño, donde ya éramos universitarios. Lo digo ahora cuando evoco nuestra ceremonia de bachilleres de hace ya 55 años en el Teatro Junín.
Debo hacer una aclaración personal: Alguien muy respetable decidió que no era correcto hablar del Alma Mater, sino de la Alma Mater. Por mi parte, sigo prefiriendo la expresión clásica. Remito a la explicación de Fundeu: “La palabra alma es femenina y en este género han de ir las palabras que la acompañan: Nuestra alma. Sólo los artículos cuando preceden directamente a la palabra van con la forma el (obligatoriamente) y una (facultativamente). La excepción es la alma mater que, en su sentido etimológico de “madre nutricia”, es una locución latina, metáfora de la universidad”. Concluyo que, en el sentido gramatical, debe ser el alma. No es obligatorio decir la Alma Mater.
Insisto en que la empresa más importante de Antioquia no es EPM, ni es la FLA, por más productivas, eficientes y generadoras de riqueza que sean. Es la Universidad, es el Alma Mater. Por eso extraño su virtual irrelevancia en los programas de los candidatos y del nuevo Gobernador. Hoy, con la Cuarta Revolución Industrial, es evidente que la empresa fundamental es la generación de conocimiento, la educación de ciudadanos capaces y competentes para dirigir, innovar y transformar. Lo demás llegará por añadidura.
En el decenio de los 30, el departamento afrontaba una dura crisis económica. No había con qué sostener la educación pública. Alguien propuso cerrar la Universidad para financiar las escuelas. Julio César García (mi recordado tío y padrino), entonces Rector, encabezó la defensa del Alma Mater: Si había que cerrar escuelas, pues habría que hacerlo y después se restablecerían. Pero Antioquia no volvería a crear otra Universidad, la máxima obra de esta región. El Alma Mater es la fuente primordial de saber, de cultura. El conocimiento es valor esencial de una sociedad. Es la auténtica riqueza. Es el arma potísima para derrotar al quinto jinete apocalíptico de la ignorancia.