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Llevo cuatro años y tres novelas buscándolos, ¿dónde están? Me invitan a charlar sobre mis novelas a varios clubes de lectura mensuales, si calculan bien, se darán cuenta de que llevo a cuestas una sumatoria impresionante de encuentros con lectores. Me bastó asistir a los tres primeros para notar que algo no cuadraba, a partir del cuarto club al que fui, me atreví, por fin, a preguntar: ¿dónde están los hombres? Nadie supo decirme, ni siquiera ese único sujeto que atendió la sesión, sentado y distraído en un rincón de la sala y que había ido nada más por acompañar a su novia. No voy a decir que la totalidad de las asistentes a los clubes sean mujeres, pero casi. A veces aparece un hombre. O dos. Máximo tres. ¿Dónde están los otros?
Hace poco una de mis novelas ganó en España un premio otorgado por los estudiantes de último año de colegio, quienes tienen absoluta libertad de postular sus libros favoritos. Tuve charlas en varios institutos y en todos pasó lo mismo: las mujeres se pelearon por sentarse en las primeras filas, tomaron nota de todo lo que dije, no pararon de hacer preguntas inteligentísimas y tenían en sus manos mi libro lleno de subrayados y anotaciones. Los estudiantes hombres se hicieron en las sillas cercanas a la puerta y se fueron apenas la profesora giró la cara. Tras la ceremonia de premiación fui invitada a una cena en la cual compartí mesa con los jurados. Adivinaron: todas, absolutamente todas eran mujeres. ¿Dónde están los hombres?, les pregunté. Respondieron intercambiando miradas y risitas burlonas.
En las redes sociales suelen aparecer muchas reseñas de mis libros. Las lectoras suben fotos, frases, fragmentos y no ahorran ningún esfuerzo para contarme si les gustó (o no) lo que leyeron. ¿Dónde están los hombres? Los pocos que me leen y tienen el valor de decírmelo lo hacen sólo por mensaje privado. La mayoría de los mensajes, por fortuna, son positivos, pero no falta el que aprovecha el anonimato de un seudónimo para decirme que mis libros se venden no porque sean buenos, sino por mi aspecto físico.
Califican un estereotipo y no una novela, porque seguro son el mismo tipo de hombre que se sentaba en la silla cercana a la puerta para saltarse las clases de literatura.
En la feria del libro de Bogotá que acaba de pasar fui invitada a dar un par de charlas a las cuales asistieron mayoritariamente mujeres. En la fila para firmar mis novelas había unos cuantos hombres que obviamente estaban allí porque sus novias querían que les tomara una foto conmigo. No me extrañó. Ya había notado lo mismo en las demás ferias del libro a las que he asistido. También entré, esta vez como asistente, a charlas de autores masculinos que me interesaban y fue allí en donde encontré la respuesta a la pregunta ¿dónde están los hombres? Los hombres están leyendo a otros hombres, asistiendo a charlas de otros hombres, recomendando libros de otros hombres. Es verdad que la industria editorial ha cambiado y ahora publica un mayor porcentaje de mujeres, pero también es verdad que pocos hombres nos leen.