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La nostalgia de comer

La comida, alimentarnos tiene muchas cosas bellas que no deberíamos olvidar jamás, los sentimientos de quien está preparando los alimentos se transmite a través de sus manos.

hace 8 horas
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  • La nostalgia de comer

Por Diego Aristizábal Múnera - desdeelcuarto@gmail.com

¿Han llegado a sentir nostalgia por algo que comieron alguna vez en la vida y nunca más volvieron a probar? ¿Han buscado ese sabor desesperadamente? ¿Tienen algún plato de la infancia, hecho por alguien que nunca más volvieron a ver y que no deja de rondarles la cabeza? Pues si han sentido algo así deberían leer el libro “Las deliciosas historias de la taberna Kamogawa”, de Hisashi Kashiwai, donde Nagare y su hija Koishi son expertos en encontrar sabores perdidos para los curiosos clientes que llegan, a pesar de que la única publicidad que emplean es un aviso escueto en una revista.

Alguien busca una hamburguesa sin pan, o una tarta de Navidad, o fideos chinos, cada quien va llegando a ese lugar, sin cara de nada, con la ilusión de encontrar los sabores perdidos, un plato que, a simple vista, alguien dirá no tiene nada de especial, pero, ¿qué es un plato especial?, a veces pensamos que un plato es tan básico, tan común y corriente que ni siquiera debería ser considerado un plato como tal. Pero como dice Nagare, “ninguna comida es ‘común y corriente’: no tiene sentido hablar en esos términos”.

¿Quién dijo que la comida del pasado, lo que se añora probar otra vez está llena de cosas pomposas o muy elaboradas? Estoy seguro de que muchos quisiéramos sentir en la boca un huevito con algún toque especial, una carnita en polvo condimentada sutilmente por la abuela y mezclada con alguna sopa que no sabemos cómo elaborar, qué se yo, cada uno tendrá sus recuerdos, preparaciones curiosas que pueden hasta apenarnos. Como le pasa a una visitante que siente vergüenza por sentir añoranza del sabor de la harina de soja, que para ella era el símbolo mismo de la pobreza: un ingrediente cutre y poco elegante.

La comida, alimentarnos tiene muchas cosas bellas que no deberíamos olvidar jamás, los sentimientos de quien está preparando los alimentos se transmite a través de sus manos. Hay sabores que reconfortan, uno puede sentir el amor cuando prueba algo. Es como un hijo que disfruta todo lo que la madre o el padre le preparan si está hecho con amor, y marcarán el resto de la vida.

¿Cuánta gente se falsea al recomendar restaurantes sin identidad que buscan escuetas y carísimas experiencias? ¿Quiénes están dispuestos a dejar de decir que los restaurantes preferidos son los de moda, lujosos de no sé cuántas estrellas, o likes, y reseñas en alguna red social, cuando a la hora de la verdad lo que alguien busca, muchas veces, es lo que solía prepararle algún ser querido cuando se disfrutaba la vida? Comer no puede seguir siendo un acto soberbio y pretencioso, solo así podremos alimentarnos de otras cosas que quedan, más allá de una publicación, en el corazón. Ahora, no está bien abusar de la nostalgia, “es un buen condimento, qué duda cabe, pero solo hasta cierto punto; si se abusa de ella, termina por aburrir”.

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