Pico y Placa Medellín
viernes
no
no
Yo, si bien no soy un lector kilométrico, si soy un lector constante. ¿Y esto qué significa? Que por más cosas que tenga que hacer en el día, por más ocupado que esté, siempre me aplico al menos una frase, un párrafo de literatura cada que puedo.
Por Diego Aristizábal Múnera - desdeelcuarto@gmail.com
Algo de razón tiene quien dijo que “la gente ya no tiene paz para sentarse a leer un libro”. Ahora todo parece tan acelerado y tan vacuo. Las esperas se van frente a pequeñas pantallas, se leen palabras, pero casi nunca contenidos muy relevantes. Entre meme y meme, entre hechos que aumentan la angustia del ser humano, los libros han dejado de pasar por la cabeza, han relegado la imaginación. A muchos los está abrumando la realidad, que suele ser tan incompleta, y luego rematan sus frustraciones con la manida frase: “Ya no hay tiempo para nada”.
Pero hay tiempo para todo, especialmente para leer. Leer es una de las actividades que menos quita tiempo, es la actividad pensada para que uno la practique cuando quiera y como quiera, solo que nos han enseñado formas de leer que parecen tan serias, tan impenetrables que se aplazan con el día a día hasta que algunos llegan invictos al mes o al año sin leer una sola frase de un libro. Muchos esperan la jubilación para sentarse a leer, yo creo que estos son los mismos que a veces, cuando los coge el día, no se lavan los dientes, se van por ahí a cumplir con sus oficios, con el aliento fétido, con la desesperación a cuestas. Pobre gente.
Yo, si bien no soy un lector kilométrico, sí soy un lector constante. ¿Y esto qué significa? Que por más cosas que tenga que hacer en el día, por más ocupado que esté, siempre me aplico al menos una frase, un párrafo de literatura cada que puedo. No busca la paz para leer, leer me genera calma y eso, vaya uno a saber cómo, me permite desatorar angustias, tareas pendientes, escritos que no tienen pies ni cabeza. No necesito terminar el libro de una sentada, frase por frase me voy yendo por las páginas, entre citas y esperas, entre tiempos muertos y tiempos vivos, entre tinto y tinto, entre charla y charla, entre las cosas que trae el día con ese afán que yo no permito que me condene a la lejanía de un libro.
Leer es una necesidad en mi vida; por eso, sin falta, me empaco algo de media mañana y un libro, uno no sabe en qué momento necesita una harina o una palabra; y así como comparto galletas y confites, también comparto párrafos al azar, juegos literarios o libros enteros como si fueran canciones.
Yo estoy de acuerdo con lo que dice Ezra Pound: “La literatura es la noticia que siempre es noticia”. Tenemos que quitarles el acartonamiento a los libros, a la lectura, a ese mundo de los letrados que todavía se empecina en hacer ver la literatura como si fuera para unos pocos. Los libros son de todos, igual que las historias, solo hay que abrirlos sin parafernalia, sin misterio, con un poco de paz y de alegría.