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Una plana infantil para adultos racistas

Elon Musk hizo dos veces el saludo nazi. El racismo es malo. Musk es un racista. La misoginia es mala. Donald Trump es un misógino. Musk y Trump son amigos racistas y misóginos. El primero es el hombre más rico del mundo. El segundo, el más poderoso.

29 de enero de 2025
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  • Una plana infantil para adultos racistas

Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com

Quizá si lo hacemos en forma de plana infantil, de aquellas del tipo mi mamá me mima y yo amo a mi mamá, el asunto quede más claro: un saludo nazi es un saludo nazi. Elon Musk hizo dos veces el saludo nazi. El racismo es malo. Musk es un racista. La misoginia es mala. Donald Trump es un misógino. Musk y Trump son amigos racistas y misóginos. El primero es el hombre más rico del mundo. El segundo, el más poderoso. La pareja pretende crear un nuevo mundo a su imagen y semejanza. Creen que son dioses. O enviados de él. Tienen un destino manifiesto. Crearán con el barro del odio la geopolítica del segundo cuarto del siglo. No esperaron hasta el sexto día. Lo están haciendo desde el primero. En las horas iniciales del segundo gobierno de Donald Trump, en un escenario rodeado de miles de personas, Elon Musk hizo el saludo nazi. Dos veces. Y lo festejaron. Y lo aplaudieron. Y rieron. Los nazis fueron malos. Adolf Hitler era malo. Los nazis siguen siendo malos. El racismo es y fue malo. Antes y ahora y después.

Pero a Elon Musk lo defienden. Nos explican, con plastilina, aquellos que lo adoran, que son los mismos que adoran a Donald Trump, que un saludo nazi no es un saludo nazi. Que él dijo que era una forma de “entregar su corazón” -con furia el puño al pecho y luego la mano derecha firme hacia el frente en 40 grados respecto al horizonte-. Somos todos unos tontos. Y nos ponen fotos de todos haciendo saludos similares. Fotografías de Barack Obama o de Hillary Clinton que, tomadas en el instante perfecto cuando saludaban a alguien a lo lejos, parecían también hacer el saludo nazi. En algún momento, famosos y no famosos, presidentes y nosotros, habremos hecho ese gesto inconsciente. Deberíamos entonces medir a Musk con esa misma vara. Pero Musk hizo el saludo nazi con el propósito de hacer un saludo nazi. No fue el espejismo de un fotograma congelado. Fue la acción completa -dos veces- que pretendía replicar lo que hace un siglo convirtió en símbolo del terror primero el fascismo italiano y luego el Tercer Reich. Musk, experto en polémicas y dueño del basural que es X, sabía perfectamente lo que causaría su postura. Por eso ríe cuando la hace.

“NAZIS LAS PELOTAS”, dijo el presidente de Argentina, Javier Milei, también adorador de Trump y de Musk, en un largo comunicado, explicando que lo que todos vimos no fue lo que vimos. Que un saludo nazi no es un saludo nazi. Que es un invento de la izquierda. Y amenazó. “No solo no les tenemos miedo, sino que los vamos a ir a buscar hasta el último rincón del planeta en defensa de la libertad. Zurdos hijos de putas (sic) tiemblen”. No somos nazis, dice, pero vamos a buscar al que piensa distinto. “Tiemblen”.

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