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El despertar de Europa

La comodidad de un socio poderoso adormiló a todo un continente que hoy se encuentra rezagado económica, militar y tecnológicamente. Solo una Europa unida podría enfrentar los retos que la geopolítica en la era de Trump está imponiendo al mundo.

19 de febrero de 2025
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  • El despertar de Europa

Por David E. Santos Gómez - davidsantos82@hotmail.com

De forma violenta, a empujones y gritos, Europa acaba de despertar de un sueño que duró más de medio siglo. Su confianza absoluta en el apoyo estadounidense, como soporte económico y militar, con el viejo Plan Marshall y los actuales acuerdos de libre comercio, con la vieja y la nueva Otan, se transformó con el pasar de las décadas –en el cierre de la centuria pasada y en el cuarto de lo que llevamos de esta- en un amplio letargo que ahora el continente paga caro. La llegada de Donald Trump por segunda vez a la Casa Blanca ha significado, en un mes, la recomposición geopolítica más drástica de la historia reciente con un discurso inmediatista que premia el ruido y el escándalo aun cuando se pase por encima de los aliados históricos. Bruselas mira incrédula la nueva realidad en la que su amigo íntimo le da la espalda. Se concreta el divorcio.

La conversación entre Trump y Vladímir Putin, antes de hablar con el ucraniano Volodímir Zelenski y sin tener en cuenta a la Unión Europea, para proponer un fin al conflicto que ya cumple tres años, resulta la radiografía nítida del nuevo estado de las cosas. Las sorprendentes declaraciones de Washington en las que se reconocía que Ucrania debería olvidarse de sus viejas fronteras y hacer de lado su propuesta de ingresar a la Otan para firmar la paz con Moscú -incluso antes de empezar a negociar los términos de un fin de hostilidades- cayeron como una cachetada tanto en el país invadido como en el resto de Europa.

La idea que toma fuerza en Alemania, Francia y Reino Unido -soportes esenciales de la Unión- es que Estados Unidos cede ante Putin y genera una referencia peligrosa para futuras altanerías rusas. Esto tiene que parar acá, insisten los europeos. Washington pretende frenar esta guerra de una manera poco convencional, acelerada, con un apretón de manos que se vea bien en lo inmediato, pero que representa un enorme dolor de cabeza a largo plazo. Ucrania, la mayor afectada por las intenciones de Estados Unidos, asegura que no permitirá que se le trate como una convidada de piedra en la repartija de su nación.

El presidente de Francia, Emmanuel Macron, insistió en que es hora de que Europa despierte. La comodidad de un socio poderoso adormiló a todo un continente que hoy se encuentra rezagado económica, militar y tecnológicamente. Solo una Europa unida podría enfrentar los retos que la geopolítica en la era de Trump está imponiendo al mundo. Únicamente los bloques de naciones con objetivos claros -aun cuando los divida la ideología de sus gobernantes de turno- equilibrarían la balanza de las amenazas y las intimidaciones. Eso cuenta por igual para el poderío del continente europeo o para el asiático o para el africano. Cuenta también, por su puesto, para lo que vive Latinoamérica, más fragmentada que nunca ante el terremoto que viene del norte.

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