Pico y Placa Medellín
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De este año destaco, finalmente, que a Medellín regresó cierta tranquilidad. Ya no estamos día a día sufriendo por los escándalos de corrupción del gobernante”.
Por Daniel Carvalho Mejía - @davalho
Termina el año y parece haber consenso en que fue difícil. Dice la gente a mi alrededor que fue un año duro, pero no malo; algunos culpan a los planetas, otros a la geopolítica y la macroeconomía, algunos responsabilizan a los gobernantes y otros, más románticos, hablan de amores, duelos y transiciones.
Para mí fue un año de grandes retos, logros esperanzadores, nuevos proyectos y algunas desilusiones. Gracias al trabajo de mi equipo y al apoyo de una cantidad importante de congresistas de diferentes líneas políticas, en sincronía con entidades públicas y privadas, logramos la aprobación de dos leyes de la república en las cuales trabajamos largo tiempo: la ley contra el ruido y la ley de canasta básica cultural. También avanzamos en casi una decena de proyectos de ley que esperamos tener aprobados en 2025, como la modificación de las licencias de conducción, las leyes de la música y de barrismo social, la ley de ciudades verdes y una ley para mejorar la educación pública rural, entre otras. El trámite de cada una de ellas ha sido lento y complejo, pero mantengo la convicción de que todas responden a problemas públicos que merecen atención y creo que, con rigor y respeto, seremos capaces de sumar los apoyos necesarios para que salgan adelante.
El trabajo de control político se hizo más difícil este año, pues el gobierno nacional mantiene su discurso de polarización y sectarismo al tiempo que continúa cometiendo errores de planeación, ejecución y gestión de sus principales proyectos. Pese a los ataques que recibimos, con mis colegas de la bancada independiente mantuvimos la altura para criticar y denunciar, con argumentos y sin mentiras, los yerros de un gobierno que parece no querer escuchar a nadie que no le aplauda.
En compañía de la mayoría de congresistas antioqueños dimos debates y peleas por los intereses de nuestro departamento en temas de presupuesto, mejoramiento del mecanismo “obras por impuestos” e inversión en obras fundamentales de infraestructura, como las vías 4G y el aeropuerto José María Córdoba; esta lucha continuará el año entrante, pues la nación sigue incumpliéndole al pueblo antioqueño y algunos asuntos, como la financiación del Metro de la 80, se están convirtiendo en problemas delicados.
Tuve el honor de ser calificado, por segundo año consecutivo, como el mejor representante de Antioquia, distinción que agradezco y que, a mi parecer, confirma que es posible trabajar sin sectarismos, que la serenidad y la razón siguen siendo atributos valiosos en la política y que se puede construir desde la diferencia cuando priman la ética y la voluntad por encima de la mezquindad y los intereses particulares.
De este año destaco, finalmente, que a Medellín regresó cierta tranquilidad. Ya no estamos día a día sufriendo por los escándalos de corrupción del gobernante, ya no estamos angustiados ante la decadencia de nuestra ciudad. El alcalde Federico y su equipo lograron detener la debacle y hoy se respira cierto optimismo; tienen ahora la tarea de demostrar que son capaces de hacer de Medellín una ciudad mejor para todos y que la ciudad les importa más que sus proyectos políticos futuros. No pueden fallar en eso.
Agradezco a los lectores y a El Colombiano por brindarme, un año más, oportunidades para reflexionar a través de esta columna y deseo a todos un 2025 lleno de razones para seguir creyendo en nuestra capacidad de salir adelante.