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No todos los momentos requieren figuras prominentes que revolucionen; en ocasiones el liderazgo administrativo y gradualista también resulta necesario.
Por Federico Hoyos Salazar - contacto@federicohoyos.com
La introducción del libro Liderazgo, seis estudios en estrategia mundial (2022), de Henry Kissinger, es un texto magistral sobre la definición, características y estilos de liderazgo público. Para el exsecretario de Estado, la visión es uno de los rasgos fundamentales que caracteriza a quien puede generar un cambio profundo en la sociedad. “Los líderes ordinarios buscan manejar lo inmediato; los grandes intentan levantar a la sociedad de acuerdo con sus visiones”.
Ahora que las campañas regionales en Colombia van tomando forma, es necesario preguntarnos y preguntar a quienes aspiran a dirigir las ciudades y departamentos del país, ¿cuál es su visión?
Kissinger expresa que los líderes deben balancear el conocimiento que tienen sobre el pasado de una determinada comunidad con lo que intuyen sobre su futuro, “es esta intuición en la dirección lo que habilita a los líderes a definir objetivos y plantear una estrategia”. Cada ciudad y departamento tiene rasgos, historias y pasados diferentes. Colombia es un país de regiones, se suele decir, pues nuestra agreste topografía, diversidad cultural y condiciones económicas, hacen que, a pesar de pertenecer a un mismo país, cada ciudad y departamento colombiano exhiba diferencias notables. Según el autor, el conocimiento de los rasgos sociales del presente es valioso pero insuficiente, lo definitivo es su visión sobre el futuro y la capacidad de interpretar adecuadamente las capacidades y anhelos de las personas que integran estos territorios para plantear una imagen esperanzadora y cohesionadora de los días venideros.
Abundan personas que comprenden sus territorios y son apreciadas por la comunidad, pero eso no les da estatus de estadistas o estrategas que puedan moldear el futuro. Para hacerlo, es preciso conocer la historia. El autor narra en el capítulo en mención que en algún momento un estudiante americano le preguntó a Churchill como podía preparase para asumir los retos del liderazgo, a lo que el primer ministro británico contestó: “Estudia historia, estudia historia. En la historia están todos los secretos del oficio del estadista”.
No todos los momentos requieren figuras prominentes que revolucionen; en ocasiones el liderazgo administrativo y gradualista también resulta necesario. Por esto debemos preguntarnos lo qué queremos para nuestra sociedad y el tipo de perfil de gobernante que se necesita. Si sentimos que hay un rumbo claro, quizás es más apropiado un liderazgo que administre lo inmediato y brinde continuidad. Si por el contrario se requiere un cambio y se considera que el destino necesita una transformación, se debe elegir a quien tenga la capacidad de transmitir una visión clara y realizable sobre el futuro.
Evaluemos a conciencia el mañana que anhelamos y cuál aspirante a gobernar el lugar donde habitamos tiene la claridad en la visión y capacidad en su ejecución. Revisemos también si necesitamos administradores competentes que brinden estabilidad y continuidad o líderes estratégicos que como señala Kissinger “...tengan la habilidad del artista que siente cómo esculpir el futuro con los materiales que tiene disponibles en el presente”.