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Columnistas | PUBLICADO EL 04 junio 2022

Colombia va a ser otra

El voto del domingo pasado fue un voto rotundo para castigar al establecimiento y a la política tradicional. La manifestación de un deseo de cambio profundo, sin preocuparse demasiado sobre qué tipo de cambio se quiere.

Por Aldo Civico - aldo@aldocivico.com

El resultado de la primera vuelta fue sorpresivo para quienes juraban que Gustavo Petro y Federico Gutiérrez iban finalmente a competir por la presidencia. Sin embargo, para aquellos pocos que mantuvieron el oído pegado al suelo para captar cada vibración, como hacían los indios del Lejano Oeste, el domingo solo fue la confirmación de lo que ya habían intuido. Rodolfo Hernández ha protagonizado un crecimiento extraordinario a lo largo de la campaña electoral y se está transformando en un tsunami. ¿Qué pasó el domingo? Quiero sugerir cinco observaciones preliminares.

Primero, el voto del domingo fue un voto rotundo para castigar al establecimiento y a la política tradicional. Fue la manifestación de un deseo de cambio profundo, sin preocuparse demasiado sobre qué tipo de cambio se quiere. La ola de frustración y descontento que se ha expresado en los movimientos populistas, desde el fenómeno de Berlusconi en Italia hasta Trump en Estados Unidos, ha llegado ahora también a Colombia.

Segundo, estamos frente a una crisis profunda de los partidos, que han venido perdiendo su rol social, político y cultural. Los partidos, eje fundamental de un sistema democrático, han venido perdiendo democracia en su interior e implosionan. Por el contrario, estamos observando el surgimiento de un movimientismo que pretende cambiar la forma de la participación política.

Tercero, los colombianos están votando cada vez más libremente, es decir, cada vez más libres de maquinarias y de caciques políticos. Para los ciudadanos, votar se está convirtiendo en una forma individual de expresar su propia opinión, libre de obligaciones de pertenencia.

Cuarto, por el hecho de que Colombia ha entrado en un post-conflicto, estamos también en una era de la post-ideología, donde ya no son las metanarrativas sobre el mundo, sino las necesidades y las aspiraciones de los ciudadanos lo que guía su voto. Ya no hay un sentido de lealtad frente a ideologías y pertenencias. Hoy es posible estar al mismo tiempo en favor de las libertades individuales y de una seguridad con mano dura.

Finalmente, las redes sociales han redefinido las formas de la comunicación política, volviéndose una expresión de lo que los expertos llaman infotainment, o sea, la habilidad de entretener e informar al mismo tiempo. Es decir, no se trata solo de crear contenido para mostrar cercanía y autenticidad, sino también de informar y educar, permaneciendo coherentes con un mensaje claro y que resuena con las mayorías. Rodolfo Hernández y el equipo de comunicación que lo ha acompañado han sido maestros en esto.

En conclusión, esto es lo que pienso que está pasando: el 29 de mayo los electores decidieron castigar al uribismo (el continuismo), mientras que el próximo 19 de junio van a castigar a Gustavo Petro, quien hoy, rodeado de políticos tradicionales y cuestionados, encarna, paradójicamente, el continuismo. A partir del 20 de junio, Colombia va a ser otra 

Aldo Civico

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