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Columnistas | PUBLICADO EL 13 mayo 2019

BUEN PASTOR: SOLO DIOS EN JESÚS

Por P. Mario Franco S.J.rector@sanignacio.edu.co

Al considerar la imagen del Buen Pastor, mi sentimiento regresó a los primeros años de la vida de la Iglesia. Tiempos de persecución, dificultades, pero mucha fortaleza. Recordé las figuras de un joven que carga una oveja en sus hombros, como buen pastor. Con esto quiero resaltar, además de la imagen de Jesucristo Buen Pastor; los lugares en los que generalmente aparecieron las imágenes: las catacumbas romanas, donde estaban enterrados muchos hombres y mujeres mártires-testigos, de la Iglesia primitiva, que como el Buen Pastor habían dado su vida por los otros y por el mundo.

Este cuarto domingo de Pascua, que siempre es del buen pastor, está íntimamente referido al domingo de Resurrección. La Palabra de Dios nos sigue hablando de la vida entregada por el Padre a través de Jesucristo; de su paso por la muerte, en su entrega sacrificada para nuestra salvación. Cristo es el Pastor que da y cuida la vida de sus ovejas; pero es también el “cordero” pascual sacrificado que renuncia a su vida por la salvación de todos: sus ovejas y el mundo.

¡Creo que hablar del Buen Pastor, hoy, es una tarea difícil y por momentos triste! Tanto al interior de la Iglesia como en el mundo, vivimos tiempos de contradicción y persecución en todo orden: social, civil, religioso; donde la figura de un líder (Buen Pastor) que quiera dar la vida por otros, que no piense solo en su vida por encima de la de otros, prácticamente, ha sido desterrada; existe, claro está, pero en las que serían las catacumbas de hoy.

Es cierto que la fuerza del tener (riqueza), del poder (fama) y del placer (egoísmo) tienen encadenados y sepultados los grandes valores en los que siempre ha estado planteada la dignidad y salvación humana. Es cierto que no quedan grandes líderes; ni buenos pastores, porque muchos –no pocos- han negociado lo mejor de su vida y dignidad para venderse a estos supuestos “valores” o “principios” que jalonan los intereses de una humanidad en proceso de descomposición o pérdida.

Es cierto que son tiempos muy difíciles, pues, cómo vivir dignamente en medio de pastores o líderes (religiosos y civiles) “corruptos” y perversos, “pederastas” de sus ovejas más pequeñas... que no se satisfacen con depredar la vida de otros, puesto que nada parece detenerlos en su sed –insaciable- de destrucción, hasta lograr acabar con el medio o planeta, nuestra casa común como lo ha señalado el Papa Francisco con otros hombres y mujeres que claman y ofrecen su vida por los otros y por el mundo, como el verdadero Buen Pastor: Dios en Jesús. Por eso, no todo es desesperanzador. Tenemos señales, de vida y esperamos tiempos mejores donde podremos vivir con la fuerza y consolación de la verdadera imagen del Buen Pastor, fuera de las tumbas –catacumbas- en las que han sido enterrados la vida de nuestra sociedad y del mundo.

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