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Cada año viene con promesas y anuncios de cambios. Que falta poco para que el calentamiento llegue al punto de no retorno, que seis meses, que una década, que hay que actuar.
Sí, en abril pasado, primer gran susto de la Covid-19, las emisiones de gases de invernadero cayeron 17 %, pero ahora esa caída se redujo a 5 % y los incentivos para la recuperación económica incluyen un respaldo a actividades emisoras.
Que este año sí hay que cumplir el Acuerdo de París para limitar el CO2, pero cumple cinco años y se han agregado otras 200 gigatoneladas a la atmósfera.
Nada indica que a 2100 el planeta no estará 3,2° C más caliente que en 1750 y eso no será nocivo para la Tierra como algunos todavía hablan sino para la vida que lo habita: con calentamiento o sin él la Tierra seguirá impávida hasta que explote el Sol.
Y todo eso que parece lejano, cuentos de no creer, problema de otros, se acerca y nos involucra cuando la Nasa en un informe sobre 2020 muestra que ese exceso de calor acumulado (1,2° C más) se está expresando a lo largo y ancho de este punto azul pálido que si no les importa a sus 7500 millones de habitantes no le importará a nadie más en este universo.
Se expresó en incendios aterradores en California y Australia, y, quién creyera, en el Ártico y Siberia. Actuó en la gran reducción de hielo ártico, región que ha perdido 13,1 % de hielo por década y este es la gran defensa contra el calentamiento.
Se desfogó además en las tormentas, 30 nombradas en el Atlántico, muchas de ellas huracanes que por el calentamiento andan más despacio produciendo más daño. Tormentas que generaron inundaciones endurecidas por el mayor nivel del mar, que sube más de 5 centímetros por década y llegará a 30 o más en 20 a 30 años.
Fue 2020 el más caliente desde 1880, igualando a 2016. Hubo récord de temperatura en regiones como Siberia y hasta en Colombia se superó el máximo registro (Jerusalén, Cundinamarca, con 42,6° C).
Promesas, pero seguimos haciendo una vida y negocios como siempre y nada sugiere que estaremos mejor en unos años ni que las generaciones futuras nos agradecerán por ser unos antepasados responsables.
Esta no es una nueva normalidad. Es el anuncio de muchas más situaciones en camino, asegura Gavin Schmidt, científico de la Nasa.
Simple.
Maullido: absurdo una nueva vía al oriente con dos al lado que pudieron ampliarse. ¿A quiéne$ beneficiará?