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Antioquia Federal

Superando la caricatura que existe sobre una “Antioquia Federal” e independiente - donde todo el mundo usa carriel, collar de arepas y tiene “paisaporte” - la idea de una Colombia descentralizada me seduce.

14 de mayo de 2023
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  • Antioquia Federal

Por David González Escobar - davidgonzalesescobar@gmail.com

“La Constitución de Rionegro ha dejado de existir, sus páginas manchadas han sido quemadas entre las llamas de la Humareda”, proclamó en 1885, desde el balcón del Palacio Presidencial, el entonces presidente Rafael Núñez. Era el momento cumbre de la que había sido su consigna: “¡Regeneración o catástrofe!”, un propósito superior de terminar como fuere con el caos que había traído a los Estados Unidos de Colombia el “exceso de federalismo” de la Constitución de 1863.

160 años después, sin embargo, parece resurgir de las cenizas de Tomás Cipriano de Mosquera el espíritu federal de aquel texto. Desde el mismo Rionegro donde se firmó, la semana pasada se dio una cumbre de 25 gobernadores que terminó en una proclamación a favor de una mayor autonomía territorial y descentralización para los departamentos del país.

Que todo cambie para que nada cambie. Vuelve así a la opinión pública una discusión tan vieja como Bolívar y Santander: federalismo o centralismo.

Y aquí me toca confesarlo: en este asunto siempre me he inclinado hacia la “catástrofe” federal. Superando la caricatura que existe sobre una “Antioquia Federal” e independiente - donde todo el mundo usa carriel, collar de arepas y tiene “paisaporte” - la idea de una Colombia descentralizada me seduce.

En la historia oficial suele recordarse al federalismo colombiano cómo una época en la que el desorden amenazó con acabar con la joven nación. Sin embargo, yendo contra la corriente, todavía recuerdo un artículo de Kalmanovitz que leí en la universidad donde - reconstruyendo el ingreso por habitante del país durante el siglo XIX - se contradice este relato. Entre 1850 y 1885, el país tuvo un mejor crecimiento económico que el resto del siglo, impulsado por dinámicas como el fomento de nuevas exportaciones y la fundación de bancos regionales por todo el territorio. La “catástrofe” vencía la “Regeneración”. ¿Qué sería del país si no hubiéramos retornado al yugo bogotano con la Constitución del 86? ¿Panamá seguiría siendo parte del país? ¿Habría continuado aquel crecimiento?

Es imposible devolver el tiempo para averiguarlo. Sin embargo, lo que sí está a nuestro alcance es promover que se materialicen los estándares de descentralización que están consagrados en la Constitución de 1991.

“Nos van a desaparecer por inanición”, dijo Aníbal Gaviria refiriéndose a los pocos recursos con los que cuentan los departamentos para todas las funciones que, en teoría, deberían asumir. Razones no le faltan a su afirmación. Según estudios del Banco de la República, entre 1923 y el 2020 el recaudo tributario de los departamentos cayó del 2,2% al 0,8% del PIB. En ese mismo periodo de tiempo, el recaudo nacional se triplicó: pasó de 3,9% a 13%.

Ya lo dijo Pambelé: “es mejor ser rico que pobre”. Aplica también para los gobiernos. Si queremos una Colombia más descentralizada, como lo proclama la Constitución del 91, necesitamos unos departamentos cuyos presupuestos no dependan de que sus habitantes se emborrachen. Generarle más recursos a los departamentos sería la mejor rebelión posible a las consignas de Rafael Núñez. Ojalá el Congreso escuche a sus gobernadores.

Ñapa: fortalecer los departamentos fiscalmente vendría, inevitablemente, de debilitar a los municipios. ¿O por qué creen que Fico, en vez de aspirar a ser gobernador, va a repetir de alcalde? Eso no lo mencionaron. Además, el número de departamentos se tendría que parecer más al de 1863, cuando solo existían Antioquia, Panamá, Magdalena, Bolívar, Santander, Tolima, Cundinamarca, Boyacá y el Cauca..

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