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De acuerdo con la leyenda, hay en el mundo una serie de personas, los Lamed Wufniks, que por sus acciones de justicia sostienen la vida del universo.
Por Andrés Restrepo Gil - restrepoandres20@hotmail.com
Con el objetivo de conocer las condiciones en las que vivían sus estudiantes o con el afán de estar al tanto de qué tal iban las cosas por casa, la maestra solía preguntar, entre otras cosas y de cuando en cuando, qué habían cenado el día anterior, para saber qué comían o cuál fue el último programa de televisión que vieron, para conocer la hora en la que iban a la cama. Su objetivo era, tal y como la maestra lo cuenta, que ellos escribiesen en un diminuto papel que les ofrecía, la respuesta a la pregunta que ella les formulaba. Muchas de las respuestas, que la profesora leía con calma fuera del salón de clase, giraban sobre platos comunes: “sopita con arroz” o “carne con maduro”, escribían unos; “arepa y quesito” o “papitas con pollo”, respondían otros.
Sin embargo, entre las restringidas posibilidades con las que contaban las familias de esta escuela para combinar platos, debido a las dificultades económicas del barrio, hubo una respuesta que, de tanto que se repetía, llamó particularmente la atención de la maestra. Uno de sus estudiantes, a quien llamaremos Simón en esta columna, solía ofrecer, actividad tras actividad, pregunta tras pregunta, siempre la misma respuesta: espaguetis con mantequilla. Puesto que no era otro el objetivo de la profesora sino precisamente saber qué comían sus estudiantes, cuan bien o mal se les estaba alimentado o cuan compleja o difícil era la situación en sus hogares, las muy reiteradas respuestas de Simón le resultaron preocupantes.
“¿Cómo van las cosas por casa, Simón?”, preguntó.
“Bien”, dice la maestra que responde el niño.
—¿Qué comiste ayer, Simón?
—Espaguetis con mantequilla
—¿Y antier?
—Espaguetis con mantequilla
—¿Siempre comen lo mismo, Simón?, interroga la profesora.
—Sí.
— ¿Por qué?
A lo que Simón, con la sinceridad de un niño de seis años, responde: “Porque es lo más fácil de robar para mi papá, profe.”
Ahí concluye, en el relato de la profesora, la conversación con su estudiante. Luego vendrán una sucesiva cadena de acciones: conversar con los padres, dimensionar la situación y procurar menguar sus efectos. Ofrecer parte de su salario, recoger con los demás estudiantes un poco de comida y permitirle a Simón y a su familia, al menos durante un tiempo, al menos durante un par de días, comer algo diferente a espaguetis con mantequilla.
Que Simón pudiese irse a la cama con algo más que espaguetis y mantequilla, que hubiese podido variar su dieta, gracias a las labores de una profesora, me hace pensar en la leyenda judía de los Lamed Wufniks. De acuerdo con la leyenda, hay en el mundo una serie de personas, los Lamed Wufniks, que por sus acciones de justicia sostienen la vida del universo. En la interpretación de Jorge Luis Borges, el escritor argentino, sus acciones justifican el mundo ante los ojos de Dios y, por ello, son los pilares de la vida. Dice el poeta: “Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo”.