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¿Y si donar no fuera suficiente?

Necesitamos encontrar más socios que no solo se limiten a donar, sino que también inviertan activamente en el desarrollo del talento.

18 de enero de 2025
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  • ¿Y si donar no fuera suficiente?
  • ¿Y si donar no fuera suficiente?

Por Aldo Civico - @acivico

El martes tuve el honor de acompañar a mi amigo Roberto Rave, director del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia, en una visita a Manrique Oriental, al Balcón de los Artistas, una compañía de danza de excelencia cuyos bailarines de salsa, tango, porro y otros bailes de salón han sido galardonados repetidamente a nivel internacional. Fue una tarde llena de arte y magia, de relatos donde los sueños se hacen realidad, donde las dificultades se convierten en oportunidades de crecimiento, donde las vidas se transforman y los talentos se proyectan hacia carreras incluso internacionales. Los premios obtenidos en todo el mundo validan el talento extraordinario de estos bailarines de Manrique. Allí, la danza se convierte en un vehículo para la expresión plena de la esencia de cada persona. “Los invito no solo a existir, sino a vivir”, les dijo, conmovido, Rave a los artistas.

La idea de la visita surgió hace un par de semanas, durante un desayuno con Roberto Rave. Le propuse reflexionar sobre la perspectiva que, como sociedad, mantenemos respecto a los procesos culturales y artísticos que dan vida a las laderas de Medellín. Llegué con la inquietud de si nuestra mirada, incluso cuando es generosa, sigue siendo limitada. “El mundo reconoce su talento, pero nosotros continuamos viéndolos únicamente como procesos sociales, como un espacio alternativo a la marginalización”, le comenté. Es como si nuestra percepción estuviera congelada en los duros años ochenta y noventa. Es la visión de la caridad y la filantropía la que ha delegado en fundaciones empresariales, donaciones privadas y convocatorias de instituciones públicas el apoyo a estos procesos. Sin duda, estas contribuciones han sido fundamentales y generosas, garantizando su supervivencia. Sin embargo, ¿por qué en tres décadas no hemos logrado superar la mera subsistencia? ¿Por qué muchas de estas iniciativas no cuentan con condiciones financieras y modelos de negocio acordes con el talento y el reconocimiento internacional que poseen? ¿Dónde estamos fallando? ¿Cuál es el cambio de mentalidad que necesitamos para darles el lugar que realmente merecen?

La gran mayoría de estos procesos artísticos surgieron como un acto valiente de resiliencia frente a un entorno violento y nihilista. Quizás por eso hemos quedado atrapados en una visión del arte que rechaza el lucro y desestima las conexiones con el mercado. Tal vez esta sea una actitud que merece ser replanteada. Por otro lado, creo que necesitamos encontrar más socios que no solo se limiten a donar, sino que también inviertan activamente en el desarrollo del talento y formen al desarrollo de modelos de negocio sostenible.

“La cultura es una forma de revolución, una tentativa contra la visión estatizada del mundo; la cultura es un grito de libertad”, me dijo Rave emocionado al saludarnos. La libertad, al fin y al cabo, significa posibilidad. Por eso, quizá necesitamos forjar en Medellín y Antioquia una comunidad de socios inversionistas comprometidos que impulsen un nuevo renacimiento capaz de transformar el talento y la creatividad en una fuerza que redefina nuestro futuro cultural y social.

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