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Lo que nada nos cuesta

La crisis de la salud es honda. Servicios básicos en hospitales se cierran. Las deudas con las EPS son superiores a los $20 billones. El 82% de la atención al usuario ha caído.

09 de abril de 2025
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  • Lo que nada nos cuesta

Por Alberto Velásquez Martínez - opinion@elcolombiano.com.co

Mientras el mundo financiero tiembla por la guerra arancelaria declarada por Trump, Colombia se desbarata fiscalmente. En el Gobierno central se canta aquello de que “lo que nada nos cuesta, volvámoslo fiesta”. Familias enteras de los validos del régimen, giran alrededor de la burocracia petrista. Se agita la orgía de contratos millonarios. No pocos de esos funcionarios y contratistas carecen de idoneidad para desempeñar esos cargos. El “roscograma” oficial de compadrazgos políticos gira sin pudor alguno en la rueda de la fortuna. Las finanzas estatales, tan flacas como la perrilla de Marroquín. Otra prueba de que el régimen maneja la burocracia estatal como olla de piñata. ¿Querrá acaso pasar del populismo a la oclocracia?

Todo esto ocurre cuando aún resuenan las palabras agónicas del despedido ministro de Hacienda, Diego Guevara, confirmando que el 2025 comenzó con el peor déficit fiscal de los últimos 21 años. Por atreverse a recomendar recortes en el gasto público, fue sentenciado a muerte burocrática. Salió a empellones para ser sustituido por un ministro con alma de sacristán que nunca llegará a cura. Perentoria advertencia del riesgo que enfrenta quien clame por la adopción de políticas más austeras, menos derrochonas.

Gastar y malgastar es el deporte favorito del petrismo. Así se empuja más el déficit y se violan los topes impuestos por la regla fiscal, norma que Petro detesta. Ese déficit representa el 7% del PIB, lo que obliga a disminuir el gasto en 45 billones de pesos del presupuesto nacional del 2025, agudizándolo más con el embeleco de la consulta popular. Si en 2024 el déficit fiscal cerró con un 6.8% del PIB, a este paso, en el 2025, podría ser mayor, cumpliendo la negra profecía del echado ministro Guevara.

Con una perspectiva internacional económica que nos recuerda la pesadilla de recesión mundial de 1929, con un difícil panorama por la posible descertificación de los EE.UU. a Colombia, con el riesgo de que degraden la deuda soberana por parte de las calificadoras de riesgo, con un peligro de apagón energético, con un desorden público desbordado, la situación del país es color de hormiga. La respuesta del gobierno populista es darle manivela al desbordamiento del gasto público para pintar un panorama para la tempestad perfecta en materia económica.

Además, la crisis de la salud es honda. Servicios básicos en hospitales se cierran. Las deudas con las EPS son superiores a los $20 billones. El 82% de la atención al usuario ha caído. Muy pronto podríamos ver agonizar pacientes a las puertas de clínicas públicas y privadas. Y eso sí daría pie a una explosión social de incalculables repercusiones en el orden público.

Como en época del imperio romano, “mientras Roma arde, Sagunto delibera”. El presidente sigue cabalgando en la estratosfera como cualquier intergaláctico. Sigue metiendo la pata, hablando incoherencias como recientemente lo hizo con la secretaria de Seguridad Nacional de Trump, entrevista que seguramente derivará en más garrote que zanahoria. Retoma su delirante lenguaje en los escenarios internacionales en los cuales despierta más risa, polémica y perplejidades que respeto y admiración.

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